Diario de China

RUTA CHINA

19 DÍAS POR LIBRE EN CHINA EN AGOSTO DE 2012

Llegó el momento, tras mucha planificación, pensar si nos íbamos a China o a la India y decidirnos por China para ser la primera vez que íbamos a Asia, mucho consultar el foro, la guía de El País Aguilar y la Lonely Planet, nos íbamos a China durante 20 días por nuestra cuenta. Conseguimos un buen billete por 600 euros cada uno a Pekín (con escala en Berlín) través de e-dreams, con varios meses de antelación. El 5 de agosto volamos de Coruña a Madrid con Iberia sin problemas y sin huelgas de pilotos y el 6 de agosto por la mañana, algo impacientes y algo nerviosos a partes iguales cogimos el vuelo a Berlín, fueron casi 3 horas de vuelo muy puntual con Iberia. Como el vuelo para Pekín no salía hasta las 19:30, teníamos unas 5 horas para disfrutar de Berlín.La suerte es que no teníamos que volver a facturar el equipaje, que iba directo a Pekín, y solo teníamos que sacar las tarjetas de embarque. Nos dimos una vuelta por el centro de Berlín, una visita al museo de Pérgamo para ver la puerta de Babilonia y el altar de Pérgamo y nos volvimos con tiempo al aeropuerto, porque no queríamos ir apurados y con prisas, que lo principal era irse a China. Sacamos las tarjetas de embarque con Hainan Airlines y ya tuvimos nuestro primer contacto con China, por lo que parecía el avión iba lleno de chinos y algunas parejas de españoles. Constatamos que vociferan y gritan mucho y que no hacen colas, con lo cual vimos que el viaje iba a ser entretenido.

Después de 11 horas de viaje, alguna horilla de sueño en el avión, 3 comidas-cena-desayuno en el avión estupendísimas y una atención excelente llegamos a Pekín a las 10 de la mañana. Pasamos el control de visados y cambiamos 300 euros para tener yuanes para los primeros días.

NIHAO PEKÍN

Como estábamos un poco cansados y nos apetecía llegar al hotel para darnos una ducha decidimos coger un taxi en el aeropuerto. Nos llevo unos 70 yuanes hasta el centro (no había grandes atascos porque era domingo) y por el recorrido ya vimos la gran nube de contaminación perpetua que tiene Pekín, que los chinos conducen como locos, que Pekín es una ciudad un tanto gris y que hacía bastante humedad y calor.

Llegamos al hotel, el Park Plaza Wangfujing, el hotel más caro del viaje,(unos 90 euros) pero mereció la pena porque era un 4 estrellas lujoso español y estaba situado muy bien, a 5 minutos andando de la calle Wangfujing y a 20 andando de la ciudad prohibida, con el metro también cerca. Era un poco caro pero fue un acierto, porque en Pekín las distancias son enormes, aún en metro, y al menos por la noche teníamos la zona comercial al lado.

Entre que llegamos, nos aseamos un poco y salimos eran casi las dos: tuvimos un buen comienzo, nos perdimos, como los nombres de las calles están en chino no sabíamos muy bien en que dirección tomar y, claro, como dice la ley de Murphy, tiramos para el lado equivocado, para cuando nos dimos cuenta llevábamos casi 20 minutos andando y tuvimos que dar la vuelta. Llegamos a la calle Wangfujing, una de las principales calles comerciales de Pekín y nos metimos en la calle de la comida, una pequeña calleja perependicular a la calle. Nada más entrar nos encontramos con los puestos que ponen pinchos de escorpiones, caballitos de mar, estrellas de mar y gusanos, todo a la brasa, y previamente vivos pataleando el pincho. Les sacamos unas fotos, igual que los chinos de alrededor (les llamaba la atención tanto como a nosotros) pero nadie los probaba. Al final nos metimos en uno de los pocos sitios con mesas y elegimos algunas cosas de unos mostradores: no me preguntéis el qué, era algo de verdura y no estaba muy bueno.

Este día teníamos la intención de ir a ver el templo del cielo, nos metimos en el metro (que barbaridad de gente) y nos llamó la atención una cosntante en China, la obsesión por la seguridad, en cada estación de metro hay un scaner y hay que pasar mochilas y bolsos por él, aunque muchas veces el que mira el escaner está dormido o directamente ni mira, vamos, un paripé. Otra cosa que vimos es que sobra gente, les pagarán 4 duros y los ponen en cualquier lado, porque una mujer sentada en una silla, mirando para las escaleras mecánicas todo el día no tiene mucho sentido que digamos.

A todo esto ya notamos que la gente nos mira continuamente, no se ven apenas occidentales ni en los lugares turísticos y les llamamos mucho la atención.

Llegamos al parque del Templo del Cielo y sacamos la entrada, vemos gente bailando en el parque, cantando y vendiendo todo tipo de chucherías tipo cadena 100. cuando llegamos a la entrada interior del recinto las de los tornos nos dicen que no podemos pasar. Como hay mucha gente sentada creemos que están esperando que salga gente y luego podríamos entrar. Nuestro gozo en un pozo, tras casi 30 minutos de espera, ver salir a un monton de gente, y recoger a las de los tornos, les vuelvo a preguntar y me dicen que está cerrado. Parece ser que hay 2 tipos de entrada, para ver solo el parque que está abierto hasta las 20:00 y para ver los edificios que cierran a las 16:30, ¿sabéis cuál era la nuestra? Sí, la del parque. Esa es una constante en toda China, los monumentos y edificios para visitar cierran sobre las 16:30 (excepto la Ciudad Prohibida), con lo cual hay que madrugar bastante, aunque te queda casi toda la tarde sin poder visitar nada.

Un poco chasqueados decidimos ir a dar una vuelta por Tianamenn, nos encontramos con una marea de gente china, nada de occidentales y todo el mundo mirándonos con mayor o menor disimulo. Aquí un padre nos pidió que nos sacaramos una foto con su hijo, ya había leído que esto pasaba pero te deja igual de flipado y nos sacamos unas fotos con la entrada a la ciudad prohibida y el cartel de Mao de fondo.

Ahora sí que estábamos en China, sumergidos en el meollo. ¿Lo más impactante por ahora? varias cosas: se ven muy poquitos occidentales, todos son turistas chinos y que los tíos no paran de escupir. Lo has leído, te lo han dicho, pero hay que verlo y escucharlo, parece que se quieren sacar hasta el hígado y lo hacen continuamente y sin cortarse. Lo bueno es que como es tan sonoro te da tiempo a prepararte (es como el relámpago y el trueno, jeje). De comunismo queda más bien poco, los chinos son consumistas a tope. Otra cosa es la moda hombre de verano en China, como hace bastante calor se remangan la camiseta por encima de la barriga y van así, enseñando barriga prominente. En cuanto a las mujeres, parecen encantarles los zapatos de tacones y “llamativos” por decirlo de alguna manera, y aunque esté nublado muchas van con paraguas para protegerse del sol. Capítulo aparte son los niños: si es niño se le rapa el pelo dejándole un mechó delante, si es niña se la viste de princesa, de bailarina de ballet, se le pone una diadema bastante estrafalaria y las niás encantadas, claro. Y si son más pequeños la mayoría no usa pañales, o no llevan nada puesto y los llevan con el culo al aire o bien llevan un pantalón con una abertura en forma de círculo detras, ya sabéis, por si te da un apretón, y otra igual por delante, para el pitorro. En fin, otro mundo, pero era lo que buscábamos, allí donde mirabas algo te llamaba la atención.

Como estábamos cansados, nos tomamos algo y nos volvímos para el hotel, necesitábamos dormir y reponer fuerzas para el día siguiente.

2º DÍA: VIAJE FALLIDO A CHENGDE. TEMPLO DEL CIELO, TEMPLO DE LOS LAMAS Y TEMPLO DE CONFUCIO

El plan de hoy era coger el autobus a Chenge para ver sus famosos templos, dormir allí y volver al día siguiente a Pekín a estar 3 días más, pero todo nos salió mal. Nos fuimos a la estación de autobuses de Dongzhimen, porque estaba cerca y había visto por internet que también salían de allí. Primer problema, llegamos a la estación y todo en chino, pregunto enseñando el nombre escrito y me dicen que no salen de allí.

Plan B: hacerle caso a la Lonely Planet e ir la estación de bus de largo recorrido de Liulinqao, como queda bastante lejos cogemos un taxi, no ponen taximetro y acordamos 100 yuanes porque está bastante lejos y hay un gran atasco. Sabíamos que nos timaban pero como queríamos salir pronto aceptamos. Nos tiramos 45 minutos en el taxi y en atasco pequines, cuando llegamos, resulta que es una estación de mala muerte y nos dicen que de ahí no salen buses a Chengde, medio por señas nos dicen que es fuera, en otro lado. Seguimos una señal para otra parada en una calle lateral donde pone bus inter-city, nos encontramos con un montón de paradas en una acera, y los carteles en chino, preguntamos, pero nadie habla inglés, ni parece saber nada. Desesperados le preguntamos a un guardia, que se ofrece a indicarnos, lo seguimos y nos lleva… ¡ a la estación donde nos han dicho que no! Vuelvo a preguntar y que no, que vayamos fuera. Todo esto duró unas dos horas, y no había forma, con lo que teniendo en cuenta que llevaba 4 horas llegar a Chengdé y que todo cierra a las 16:30 decidimos que no merecía la pena ir, y que mejor nos quedabamos en Pekín y aprovechar el día. Pudimos arreglar reservar el hotel esa noche en nuestro mismo hotel, aunque perdimos la reserva del hotel en Chengdé. Este fracaso nos preocupó, no habíamos conseguido coger un bus y teniamos que coger trenes, buses y aviones en el viaje. A ver como hacíamos.

Realmente no sé si la Lonely Planet se equivocó o los chinos nos marearon, pero por experiencias posteriores me inclino más por esto, porque debéis saber que sobre todo en las taquillas no se desviven precisamente por ayudarte.

Decidimos cambiar el chip e ir a ver el templo del cielo otra vez. Ahora sí compramos la entrada completa (35 yuanes) y pudimos entrar: no nos decepcionó, los edificios son preciosos, y aunque había bastante gente al ser el recinto grande no te agobiaba, solo había que darse codazos para ver el interior del templo del cielo, que se ve desde la puerta, y los chinos no se amilanan precisamente: codos, empujones, metiéndose por las esquinas, etc.

Nos fuimos de allí con muy buen sabor de boca, los edificios son preciosos y muy “chinos”, con lo cual dijimos, ya estamos lanzados, y decidimos ir a ver el Templo de los Lamas (entrada 25 yuanes), el principal templo-monasterio budista de la ciudad. La zona está llena de tiendas que venden incienso, figuras de buda y objetos religiosos de todo tipo. Nunca habíamos estado en un templo budista, pero consisten en una sucesión de patios con pabellones donde están las figuras de los budas. En el templo de los lamas, cada patio que pasas tiene un pabellón que contiene un buda de mayor tamaño, hasta que llegas al último que contiene un buda de 8 metros de alto. Nos gustó mucho, además los templos son oasis de tranquilidad de todo el bullicio exterior, nadie grita y nadie escupe, cosa que se agradece un rato.

Cuando salimos fuimos a ver el templo de Confucio (entrada 30 yuanes), que está justo enfrente, aunque no es tan llamativo, tiene unas grandes lápidas grabadas, varias colocadas sobre unas grandes tortugas esculpidas, que eran ofrendas de los estudiantes que habían aprobado sus examenes a funcionarios imperiales.

Como ya eran más de las tres nos metimos en un restaurante de allì al lado, con su carta con fotos (indispensable): nos comimos un arroz riquísimo y un plato de carne con bastante guindilla, picante pero rico. Todo esto acompañados de las peceras acuario en la sala para que elijieras el pescado que quisieras, y otra con 8 grandes ranas que nos miraban fijamente. Si las pobres supieran para que estaban allí…

Para la tarde decidimos ir a ver la mezquita de Pekín, pero nos dimos una paliza porque la parada de metro más cercana estaba lejos y tuvimos que andar bastate, el barrio musulmán está un poco hecho polvo y huele regular porque veíamos las carnicería con la carne expuesta, sin neveras, con 35 grados y claro, eso olía nada más que regular. Llegamos a la mezquita (10 yuanes de entrada), como yo iba de pantalón corto tuve que ponerme una especie de pantalones bombachos de cuadros de antes de la guerra para entrar en el recinto , menuda pinta! Lo peor es que después de la caminata no pudimos entrar en la sala de oración, lo que ibamos a ver, porque estaba reservada a musulmanes, con lo que perdimos bastante tiempo en ir allí y no compensó tanto esfuerzo.

Cenamos en un restaurante tailandés de un centro comercial de la calle Wangfujing y vimos a unas 30 señoras bailando con abanicos en una de las esquinas principales de la calle. Parece que lo normal es que grupos de gente mayor se lleven un altavoz para la música y hagan sus coreografías en la calle o en los parques como forma de hacer ejercicio, igual que en España se va a un gimnasio y se hace aerobic allí la gente mayor lo hace en la calle y hace coreografías de baile con música. Es muy divertido, aunque los chinos están acostumbrados y no les hacen ni caso. A lo largo de todo el viaje veíamos estos grupos en las calles y en los parques, por la mañana o por la noche.

3º DÍA: CIUDAD PROHIBIDA Y PALACIO DE VERANO

Hoy toca un plato fuerte: la ciudad prohibida. Queremos levantarnos pronto para llegar temprano y que no haya tanta gente. Resultado: nos quedamos dormidos. Nos estamos luciendo en China. En fin, desayunamos en el Starbucks de al lado del hotel. El mejor sitio para tomar un café, los chinos casi no toman café y no lo hay en ningún lado, a no ser en un MacDonalds o un KFC, aunque ahí suelen estar bastante malos.

Nos fuimos andando a la ciudad prohibida y llegamos en unos 20 minutos, hoy hace sol y pega de lo lindo, vamos a pasar calor.

En la entrada hay una avalancha de gente, pero como hay muchas taquillas la cosa va bastante rápido y sacamos las entradas en seguida (60 yuanes por persona).

Que deciros de la ciudad prohibida, es uno de los sitios más fotografiados e importantes de China, pero por mucho que la hayas visto en la tele te sorprende su tamaño, es enorme, lo cual se agradece porque aunque está media China contigo cuando vas, no te agobian porque hay sitio para todos, excepto para fotografiar los tronos imperiales desde la puerta de los pabellones, que eso es la jungla, hay que lucharlo duramente. Como el sol pegaba de lo lindo, los chinos andaban refugiándose en todas las sombras existentes, allí había familias con sus bolsas llenas de comida envasada en bolsas (salchichas, huevos negros y verdes, tallarines con tomate), una constante en toda China, con los paraguas para el sol, con gorra-paraguas para la cabeza, con la camiseta remangada hasta el cuello… vamos, un espectáculo.

Nos tiramos unas2-3 horas viendo la ciudad prohibida, nos tomamos un polo con sabor a melocotón riquísimo aunque me quedaron ganas de probar alguno de los otros dos sabores estrella: polo de guisantes y polo de habas. ¡ están un poco locos los chinos!

Al salir, comimos en un restaurante que está por la parte de atras de la ciudad prohibida, nos tomamos unos dumplings ( bolas de masa rellenas de carne o verdura) muy ricos y muy baratos y emprendimos la segunda parte del día, el objetivo era el Palacio de Verano, que está a unos 15 km , casi en las afueras de Pekín, pero a donde llega el metro. Tuvimos que andar un buen rato largo hasta llegar al metro y desde ahí nos llevó más de media hora llegar porque está en la parada de …….., la penúltima de la línea. Una vez que sales del metro tienes que andar todavía casi un kilometro hasta la entrada del palacio de verano. Por el camino nos encontramos un montón de puestecitos de pinchos, pero la carne olía bastante mal, cosa que no nos extrañaba porque con tanto calor se tenía que echar a perder.

La entrada cuesta 30 yuanes. Una vez que entramos, caminamos un poco y nos encontramos con el precioso lago lleno de barquitas que es el núcleo del palacio de verano, uno puede caminar alrededor del lago, en una u otra dirección, viendo los pabellones, las zonas del lago llenas de lotos. También puedes alquilar una especie de pedaleta o coger un barquito turístico con forma de dragón. Nosotros decidimos empezar a caminar bordeando el lago, vimos los lotos flotando en el agua, la galería cubierta de más de un kilometro de largo y decorada toda con pinturas y al final de todo nos encontramos con el barco de piedra y marmol construido por la emperatriz Cixi. Parece ser que se gastó el dinero para modernizar la flota imperial en el caprichito, cosas de los emperadores. No entramos en los pabellones que están en lo alto del palacio de verano porque ya estaban a punto de cerrar (eran las 16:20) así que compramos alguna chuchería en los puestecillos y nos bajamos unas botellas de agua fresquita.

Ya con los pies hechos polvo y agotados tuvimos que desandar todo lo andado hasta la entrada del metro. Hay muchos autobuses urbanos justo a la salida del palacio de verano, pero no teníamos ni idea de cual nos podía valer así que nos fuimos al metro. Lo bueno es que como era la segunda parada de la línea nos pudimos sentar (algo casi imposible en el metro de Pekín) y fuimos estupendamente todo el trayecto.

Al llegar decidimos cenar algo y luego ya irnos al hotel porque estabamos cansados, así que nos fuimos a los puestos de la calle Wangfujing y como un día es un día decidí comerme un pinchito con 3 escorpiones y otro con un caballito de mar. me cobraron 50 yuanes (unos 6 euros), bastante caro, pero como eso no se puede hacer todos los días pues nada. Los escorpiones pequeñitos estaban todavía patalenado en el pincho cuando los pusieron a la brasa y no estaban malos, sabían a brasa y poco más, en cambio el caballito de mar estaba un poco seco y no me convenció mucho. Después de tomarlo, unos italianos me preguntaron que tal estaban y se animaron y ya quedaban pidiendo otros para ellos. Los chinos, en cambio, sacándonos fotos y seguramente pensando que eramos una panda de frikis, jeje.

Completamos la cena con unos pinchitos de carne y dumplings y para el hotel, a descansar y a hacer la digestión.

4º DÍA: LA GRAN MURALLA

Hoy tocaba la visita a la Gran muralla, sector de Mutianyu, está un poco más lejos que el tramo de Badaling, pero habíamos visto fotos de Badaling totalmente masificado y lleno de gente y nos apetecía algo más tranquilo.

Cogimos el autobus en la estación de Dongzhimen, sabíamos el número, el 916, con lo cual lo cogimos sin problemas, porque el resto de la información estaba en chino. El bus era muy barato y nos llevó una hora llegar a la ciudad de Huariou, allí el bus va haciendo paradas y se suben los taxistas a decirte que te bajes que esa es la parada para la gran muralla. Nosotros no les hicimos caso, sabíamos que había que ir hasta la última parada y coger un taxi, pero otra chica americana que iba a la gran muralla se bajó en una parada y decidimos también bajar en una de las paradas. Allí negociamos con un taxista el precio hasta la muralla y nos cobró 80 yuanes por hacer el trayecto de 15 km que faltaba.

Por el camino ya vimos la gran muralla en lo alto de la montaña. Increible pero ahí estabamos, en ese sitio que tanto habíamos visto por la tele.

Hacía un calor infernal en la zona, así que compramos unas botellas de agua y echamos un vistazo a los puestos de recuerdos de la zona, tras decir “no gracias” a multitud de vendedores, compramos las entradas. Decidimos no sacar la entrada para el telesilla que te sube hasta arriba y compramos solo la de acceso a la muralla (45 yuanes), fuimos los únicos pringados que con un calor asfixiante subimos la montaña por unas escaleras bastante empinadas, por las que bajaba alguna gente, aunque la mayoría bajaba por el tobogán que hay desde arriba.

Nos llevó la ascensión un buen rato, con sus paradas, bebiendo agua, descansando, pero aún así llegamos empapados de sudor, mientras nos cruzamos con guiris tan frescos por la muralla que habían subido en telesilla. En fin, fue toda una experiencia. Recorrimos un buen tramo de muralla, subiendo y bajando lo que acabó por destrozarnos, con lo que ya llevabamos encima, sacamos un monton de fotos para mandar a la familia por washapp y emprendimos la bajada por las escaleras. La bajada fue mejor que la subida, aunque las piernas las llevabamos finas de la paliza que les habíamos dado.

Comimos en un chiringuito abajo: la comida normal, pero el precio era un timo. Nunca os sentéis en un sitio que no pone los precios en la carta. Nos cobraron 150 yuanes (unos 16 euros) por 2 platos y 2 cervezas lo que en China es un timo. Negociamos con uno de los muchos taxistas-transportistas para que nos llevara al pueblo, a la parada del 916. Fuimos en un monovolumen, con una familia china. Nos cobró unos 80 yuanes, aunque seguro que a los chinos les cobró mucho menos, pero tuvimos suerte y en cuanto nos dejó en la parada pasó el bus para Pekín, con lo que nos salió redondo.

Acabamos llegando sobre las 18:00 bastante cansados, pero con la moral un poco más levantada, hoy nos las habíamos apañado para coger buses, menos mal (que ingenuos). Como en 2 días nos ibamos en tren a Datong, nos acercamos a la estación central de trenes para sacar el billete.

¿qué os puedo decir? Las estaciones de tren son una locura, y la de Pekín es de tamaño mosntruoso. Entramos en una gran sala con 60 taquillas para comprar los billetes. Todo en chino claro, pero en un luminoso indicaban que en una se habla inglés, menos mal. Pues no, está cerrada. Nos ponemos en la de al lado, y tras 15 minutos de cola, un chino con mala hostia nos dice que los trenes para Datong no salen de ahí, sino de la estación de tren oeste de Pekín y que solo hay billetes para el tren de las 17:30. Ahora sí que nos había fallado la Lonely Planet. Nos salimos de la cola, pero al salir de la estación nos asalta una duda: aunque el tren no sale de aquí, nos podrán vender los billetes igual. Nos volvemos a poner en la cola otros 15 minutos y aquí llega lo surrealista. Ahora atiende una china, también con mala hostia, pero ahora hay billetes por la mañana, ¿por qué? Quién lo sabe. Los compramos antes de que cambiaran de opinión, nos costaron 54 yuanes cada billete.Ojo: siempre que compreis un billete de tren teneis que enseñar el pasaporte porque ponen su número en el billete. Salimos de la estación esquivando a la gente durmiendo, tirada en el suelo, comiendo… Hay una marea humana de gente esperando su tren, que a lo mejor no sale hasta dentro de 10 horas, y que convierten aquello en una locura.

5º DÍA: ÚLTIMO DÍA EN PEKÍN

Hoy es nuestro último día en Pekín, por la mañana fuimos a visitar uno de los templos taoístas más antiguos de Pekín, el Templo Dongyue (entrada 10 yuanes). No teníamos una idea muy clara de en que consistía el taoismo,a pesar de haberlo leído en la guía. Nos llamó la atención la cantidad de capillas , alrededor de los patios, llenas de figuras de madera que representan dioses, espíritus, que parecen sacadas de dibujos animados japoneses. Todo un mundo desconocido para nosotros..

después del templo nos acercamos a la plaza de Tianamenn, para verla bien. Es una plaza inmensa pero está toda vallada, con lo que solo puedes acceder a ella por unos accesos muy controlados, con scaners. No pudimos entrar en el mausoleo de Mao porque ya estaba cerrado (cierra a las 12 del mediodía), así que nos contentamos con ver por fuera los edificios del parlamento y del museo nacional de estilo soviético.

Como se puso a llover nos fuimos a comer una sopa con tallarines, de esas que les gustan tanto a los chinos en una especie de MacDonalds chino de Tianamenn y nos fuimos a pasear por un barrio restaurado que está al sur de la plaza. Es un barrio totalmente dedicado a tiendas y restaurantes en lo que era un viejo barrio, lo que pasa es que lo han restaurado tanto que todo parece nuevo. Chocaba un poco la imagen de los edificios de arquitectura tradicional con las tiendas y su música a todo volumen, pero eso es China, sobre todo ruído y lo moderno mezclado con lo antiguo.

Como seguia lloviendo decidimos no ir ya al parque Beitai como teníamos pensado y nos quedamos por la zona callejeando un rato. Como todo lo que se podía visitar estaba ya cerrado nos fuimos a echar un vistazo al famoso mercado de la seda. Nuestra intención era ir el último día antes de volver a España, para así poder hacer compras y no ir cargando con ellas todo el viaje, pero fuimos para echar un vistazo y hacernos una idea de lo que había. Está al lado del barrio de las embajadas y nos encontramos con un edificio de 5 pisos, en plan centro comercial, lleno de tiendas, con falsificaciones de todas las marcas que os podáis imaginar. Tenía muy buena pinta y vimos que había de todo, así que decidimos no comprar regalillos para nadie durante el resto del viaje porque ahí había de todo. Tambíén vimos como iba la cosa: tú miras algo, le preguntas cuanto a la china (no hay precios puestos), ella te dice una burrada de pasta, tú le dices que no, y la china saca una calculadora y te dice que cuánto cuesta para ti, que pongas el precio, a partir de ahí a regatear. Vamos, que un proceso largo y elaborado. Eso sí, es el único lugar del viaje donde los chinos chapurrean algo de español, ¿por qué será?

6º DÍA: CAMINO DE DATONG EN TREN

Hoy dejamos Pekín, nuestro tren sale a las 11:00, pero vista la experiencia decidimos ir con 2 horas de antelación a la estación oeste de Pekín porque no sabíamos si sería facer coger el tren o no. la estación es inmensa, casi tan grande como la estación central y, como no, está abarrotada de gente. Para entrar hay que enseñar el billete de tren y el pasaporte, pasar un escaner y un detector de metales, total que aquello parecía la entrada al Bnaco de España. Una vez dentro es fácil orientarse, porque en el billete pone el número del tren y en los paneles informativos aunque están en chino aparece el número del tren y la sala de embarque, porque las estaciones chinas funcionan como aeropuertos, hay salas de embarque para los diferentes trenes, tú vas a la tuya y esperas a que abran para pasar hacia la vía del tren.

Como al final nos sobraba tiempo nos fuimos a las 9:30 a tomar un café al MacDonalds, porque debéis saber que en China abren desde la mañana temprano y están abarrotados de familias con sus niños comiendo hamburguesa, patatas fritas y cocacola como desayuno. Alucinante pero cierto.

En la mesa de al lado teníamos a dos chavales chinos con un maletón enorme, que abren y vemos que está lleno de comida, de la que venden en las tiendas envasada en sobres de plásticos. Pensamos que sería que iban a hacer un viaje larguísimo de muchas horas en el tren, aunque luego ya lo entendimos todo: el chino si pasa más de una hora sin comer se pone nervioso y en cuanto sale el tren se ponen a abrir la comida que han comprado y a darle sin parar. Están todo el rato comiendo

Llega la hora, nos montamos en el tren y nos sumergimos en el reino de la guarrada. El tren era viejecillo pero amplio, con tres asientos de cada lado y otros 3 de frente con una pequeña mesita en medio. Sale el tren, los chinos empiezan a sacar comida en sobres: huevos verdes, huevos negros, patas de pollo (pata, pata, no zanco), salchichas, y como les encantan las sopas la mayoría compra unos cubos de plástico donde viene la sopa sin líquido. Vemos que empiezan a levantarse, se van al final del vagón y vuelven con la sopa ya humeando, luego vimos que ahí un grifo que echa el agua hirviendo para que el personal se pueda tomar su sopa de tallarines. A todo esto, descalzos, de pie encima de los asientos, alguno sonándose los mocos para el suelo. En fin, una guarrada china. Cuando ya llevamos un rato con los chinos tranquilos porque ya han comido un fulano que parece un revisor se pone a soltar un discurso a grito pelado en medio del vagón.nosotros ni idea de lo que decía ¿estará diciendo lo grande que es el partido comunista? En esto vemos que lleva un cubo lleno de agua bastante sucia, que mete un trapo de color original desconocido en él y que luego lo rodea con una bayeta para que veamos como la bayeta absorve el agua del trapo. ¡Era un empleado del tren que se dedica a vender cosas por los vagones! Nosotros flipando y la gente del tren desconojada de la risa, porque el tío tenía labia y era como un charlatán de feria. Acto seguido se seca el sudor de la cabeza con la misma bayeta para que veamos otra utilidad y luego se envuelve la cabeza con ella, y para terminar se pone a limpiar el cristal de una ventana del vagón con ella. Acaba la demostración (de unos 15 minutos) y no veais como le compraban las bayetas los chinos, menudo exitazo. Al rato pasaron con un carrito de fruta, compramos unas manzanas para comer algo, y los chinos volvieron a ponerse a comer, claro llevaban casi una hora sin hacerlo y los pobres ya lo necesitaban. Se empieza a quedar dormido el personal, pero… vuelve el de la bayeta, está vez con unos espejitos redondos. El tío ya se ha camelado al vagón que se parte de risa con él y tira varios espejitos con ganas al suelo del vagón para que la gente vea que no se rompen, un crac de vendedor. Vuelve a colocar medio cargamento de espejitos. Todavía pasó un par de veces más vendiendo fundas de plástico para carnets y juguetes para niños. A todo esto, los chinos comiendo y tirando de todo al suelo. Cuando quedaba poco para llegar pasaron los “vendedores-revisores” con una escoba hecha de paja, barrieron de aquella manera lo más gordo y pasaron una fregona que hacía tiempo que debía estar retirada por el suelo: la misma fregona sin escurrir ni aclarar en cubo para todo el vagón, así que os podéis imaginar.

Por fin llegamos a Datong tras casi 6 horas de viaje, aunque en la Lonely Planet decía que eran 4 y pico. Salimos de la estación y nos encontramos primero con los agentes del CITS para ofrecernos las excurciones a las cuevas de Yungang y al templo colgante, como pensamos ir a las cuevas por nuestra cuenta decimos que no, y pasamos a lidiar con los taxista locales, que estaban esperandonos como buitres. Cogemos un taxi, pero resulta que ya lleva a otro pasajero chino, y como lleva su maleta en el maletero la nuestra no cabe. Entonces el espabilado decide meterla igual y hacer el trayecto con nuestra maleta de pie en el maletero e ir con él abierto, para que se caiga en la primera curva y mñás como conduce el personal por allí. Le decimos que ni de coña, nos bajamos del taxi y nos vamos a otro, nos montamos, pero nos sigue el otro taxista, le monta un pollo a nuestro taxista por cogernos y agarra la maleta para sacarla, pero nosotros que no la soltamos, le decimos que de eso nada, y conseguimos salir de allí mientras el otro se quedaba echando pestes. Por el camino el taxista nos sacó un folleto con los precios de los recorridos que nos podía hacer por los lugares turísticos, pero le dijimos que nones. El trayecto nos costó 30 yuanes.

Llegamos al hotel, el Holliday Inn Datong, no está muy céntrico pero está muy bien de precio y fueron atentísimos, les preguntamos que autobus debíamos coger para ir a las cuevas de Yungang y nos confirmaron que era el que venía en la Lonely Planet. El encargado de la recepción era majísimo y nos ayudó todo lo que pudo. Nos dimos una ducha y nos fuimos a dar una vuelta y a cenar.

Paseamos a lo largo de las impresionantes murallas y se veía que todo estaba muy nuevo, parecían recien inauguradas, nos dio la impresión de parecer nuevas, más que restauradas, y se veía que habían tirado barrios enteros por el exterior para poder dejar un paseo alrededor de las murallas, de hecho en alguna zona todavía estaban en obras. Lo han dejado todo muy bonito alrededor de la muralla pero dentro, en lo que era el casco antiguo se venían zonas que más que hutongs era chabolismo puro y duro. Como ya estaba anocheciendo nos metimos a cenar en un restaurante, pero fue un desastre, había carta con fotos, pero no se parecían en nada a los platos y además la comida no estaba muy buena. En fin, mañana sería otro día y nos esperaban los budas de las cuevas de Yungang.

7º DÍA: LAS CUEVAS DE YUNGANG

Nos levantamos tempranito para ir temprano a las cuevas, antes de que llegara mucha gente, además de que teníamos que irnos por la tarde en tren para Taiyuan. Confirmamos en el hotel la información que venía en la Lonely sobre el bus que teníamos que coger para llegar y cogimos un taxi para que nos acercara hasta la estación de Xin Kai Li, desde la que salía el bus urbano a las cuevas. El taxi nos llevó 8 yuanes y tuvimos la suerte de que el bus iba a salir en ese momento de delante de la estación. Era el nº 3, no el 3-1 como dice la Lonely, pero le preguntamos al chofer (es un decir, más bien le enseñamos el nombre de las cuevas) y nos dijo que era ese. El trayecto duró una media hora y nos costó 2 yuanes a cada uno, lo cual teniendo en cuenta que el taxista del día anterior nos cobraba unos 150 yuanes no estaba nada mal.

El bus nos dejó en la puerta del recinto de las cuevas y allí nos bajamos nosotros y gran parte de los chinos del bus porque resulta que eran los de los puestos de recuerdos de la entrada. La entrada para las cuevas era una pequeña clavada, 150 yuanes cada uno, (en la Lonely ponía menos, se ve que ya habían subido) pero merece la pena pagarlos porque las cuevas son espectaculares, y además los chinos tienen que pagar el edificio de la entrada donde compras las entradas: mármol y lujo por un tubo, que a lo mejor les hubiera quedado algo mejor una cosa un poco más sobria, pero bueno, ellos son así.. Hasta llegar a las cuevas nos encontramos con una avenida de estatuas de elefantes que sostienen columnas y un templo budista, todo muy bonito, pero también muy nuevo, y da la impresión, más bien, de que estás en una especie de parque temático, que busca ambientarte para las cuevas. Por fin llegamos a la zona de las cuevas, las primeras son pequeñitas con unos pequeños budas, pero la sorpresa viene después, una gran cueva con dos grandes budas esculpidos dentro ya nos dejó con la boca abierta y a continuación otras cuevas con budas gigantescos y algunas casi sin un centímetro libre de cueva sin esculpir. Es muy espectacular, la pena es que en algunas no se pueden sacar fotos ni videos. No lo intentéis, tienen cámaras de video y cuando te ven sacar la cámara ya vienen los guardias a decirte que no se puede. Seguimos por una especie de paseo y llegamos a los budas de mayor tamaño, excavados en las paredes de las rocas, originariamente cuevas, pero que ahora están al aire libre. Nos hinchamos a sacar fotos y videos porque son preciosos y enormes. La lástima es que no pudimos visitar una de las cuevas que tiene más decoración y que está pintada porque la estaban restaurando, nos tuvimos que contentar con ver fotos de ella en un panel. Un consejo, para regresar a la entrada coged uno de los cochecitos eléctricos que llevan a la gente porque es una tirada para hacerlo andando.

Curioseamos un poco en los puestos de la entrada y salimos para coger el bus de vuelta a Datong, con la suerte de que a los 5 minutos pasó, con lo que nos fuimos a recoger la maleta al hotel y a la estación de autobuses de Xin Nan para coger un autobús a Taiyuan y de ahí un tren a Pingyao donde íbamos a dormir.

Otra vez estábamos de suerte, salía un autobús en 15 minutos, (billete 100 yuanes cada uno) compramos algo para comer: unas salchichas de esas que toman los chinos y algo de fruta y nos montamos en el bus. Según la lonely el trayecto era de unas 3 horas y media pero fueron casi 4 horas, vamos el tiempo de tragarnos dos películas de artes marciales a todo trapo en el bus. Cuando llegamos a Taiyuan teníamos un pequeño problema, no sabíamos donde quedaba la estación de tren. Un consejo, nunca le preguntéis a los taxistas. Se echaron a reir y pasaron de nosotros, con lo que dedujimos que estaba bastante cerca. Efectivamente, estaba a unos 5 minutos andando. Conseguimos sacar los billetes para Pingyao (15 yuanes por persona), pero el tren no salía hasta las 9 de la noche, con lo que nos fuimos a cenar algo al lado de la estación.

El tren a Pingyao es el tren nocturno a Xi´an con lo que va hasta la bola, Pingyao es la segunda parada, a una hora y media de Taiyuan. Cuando nos bajamos ya era de noche y como no sabíamos donde quedaba nuestro hotel cogimos un taxi de Pingyao, un motocarro, que nos acercó hasta dentro de las murallas. Nuestro hotel (el Pingyao Yide Hotel) estaba en una perpendicular a la calle principal del casco antiguo, era una casa china con patio muy agradable. Lo único malo es que la cama también era como las de las casas chinas antiguas y era dura como las piedras, pero bueno, como estábamos hechos polvo acabamos descansando igual

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8º DIA: PINGYAO

Hoy eras nuestro día de descanso, Pingyao es una ciudad medieval pequeñita, rodeada de murallas y nos permitimos no madrugar mucho. Cuando salimos primera sorpresa, llueve bastante. Menos mal que en el hotel nos dejan unos paraguas, si no nos ibamos a poner bonitos. Lo primero que hicimos fue ir a la estación de tren, que estaba a 15 minutos andando a comprar el billete para el día siguiente de vuelta a Taiyuan, porque desde ahí cogíamos un avión para Xi´an. Lo sacamos sin problema, solo que salía a las 7.30 de la mañana, con lo que nos iba a tocar un buen madrugón.

Desayunamos en un Dico´s al lado de la estación (es una especie de McDonalds chino) y volvimos a la parte antigua de Pingyao a pasar el día. Para ver todos los lugares y atracciones de la ciudad hay que sacar una entrada conjunta, no se venden individuales, que te da derecho a entrar a los edificios, museos, templos, subir a las murallas, etc. Las venden en una oficina de la calle principal de Pingyao. El precio es de 150 yuanes cada uno, un poco caras la verdad (en la Lonely ponía 100). Otro consejo, si sois estudiantes sacaos el carnet internacional, porque estuve discutiendo con la china que vendía las entradas y no me aceptó mi carnet de la UNED. No lo entienden y son muy desconfiados, así que no lo aceptó. Creó que los tiempos en que la gente colaba el Dni y similares han pasado. Visitamos algunos de los primeros bancos de China en la calle principal.. tampoco es que tengan mucho que ver, visto uno vistos todos, más que el hecho de que fueran bancos están bien por ser casas chinas tradicionales con patios y con sus habitaciones intactas, al modo en que estaban en la época. Nos dimos una vuelta por las murallas, visitamos el templo taoísta y curioseamos por la gran cantidad de tiendas que hay. Pasamos un día muy agradable en Pingyao. Allí si te haces una idea de cómo eran las antiguas ciudades chinas , porque todas las construcciones son antiguas y la ciudad tiene mucho encanto, llena de tiendas y restaurantes. Merece la pena pasar un día tranquilamente allí, más no, porque llega de sobra. Pero está bien para descansar un poco y recuperarse. Por cierto, mientras íbamos por la calle un chico de unos 17 años en bici, según pasaba me agarró el brazo y luego me dio la mano mientras sonreía y seguía. En el momento me quedé descolocado, luego caí, los chinos no tienen pelos ni en los brazos ni en las piernas y a éste le había llamado la atención los pelos de mi brazo y quiso tocarlo. En fin, estos chinos…

9º DÍA: LLEGAMOS A XI´AN

Madrugón de cuidado para coger el tren a Taiyuan a las 7:30. Al final venía con retraso y no pasó hasta las 8:30. Al llegar a Taiyuán dejamos las maletas en la consigna de la estación: te cobrán por maleta y por su tamaño, pero no es caro. Eso sí, como están locos con la seguridad, te abran delante de todo el mundo las maletas que dejas para echarles un vistazo. Nos fuimos a dar una vueltecilla y a comprar galletas y algo para comer en un Spar bastante grande enfrente a la estación. Después intentamos coger un taxi para el aeropuerto, pero ningún taxista quería poner taxímetro y nos pedían una burrada por ir, así que nos bajamos de un par de ellos (hacedlo, no os corteis, porque se creen que somos tontos). Como en la Lonely ponía que delante de la estación pasaba un autobús de línea que iba al aeropuerto lo buscamos, pero no lo encontramos (las estaciones en China son enormes y larguísimas, con lo que “delante de la estación” no es de mucha ayuda, sino sabéis el lugar exacto.). ya un poco desesperados regateamos un poco con un taxista que nos llevó por 80 yuanes al aeropuerto. Fue toda una experiencia, como ir en un rallie por la ciudad. Por lo que vimos, Taiyuan es la ciudad donde peor se conduce de las que estuvimos. Pitan continuamente y nuestro taxista escupía continuamente por la ventanilla mientras fumaba (aunque el taxi tenía un gran letrero que ponía prohibido fumar). Tras estar a punto de chocar un par de veces y de que un coche casi nos embistiera llegamos al aeropuerto. Lo necesitábamos, un poco de tranquilidad, porque este fue el día que acabamos más desquiciados, entre los taxistas, el tráfico, y los pitidos. Comimos en el KFC y cogimos el vuelo puntual y sin problemas. A las 17:00 llegábamos a Xi´an. Cogimos el autobús que te lleva hasta la ciudad y que te deja en el centro, al lado de la Torre de la Campana. Esquivamos a todos los taxistas que esperaban como buitres a los guiris para estafarlos y decidimos caminar un poco, alejarnos de ellos y preguntar a alguien por donde quedaba el hotel. Una pareja que hablaba algo de inglés nos indicaron por donde ir y en media hora llegamos al Mercure Xi´an, que está en una plaza privada junto a otros hoteles, entre ellos el Sofitel, el más caro de la ciudad. El Mercure es más asequible pero podría ser un 4 estrellas español sin problema. Pedimos un taxi en el hotel para ir de nuevo hasta el centro, dimos una vuelta por los alrededores de la torre de la campana y cenamos en unos puestos callejeros: verdura salvaje, gambas y algo de carne. No estuvo mal. Para volver al hotel queríamos coger un taxi, porque ya sabíamos que el trayecto era solo la bajada de bandera (7 yuanes), y se nos para un espabilado con un motocarro y nos pedía 160 yuanes!!, definitivamente nos toman por tontos. Lo mandamos a freir espárragos, así que iba rebajando el precio poco a poco. En eso paramos un taxi, que puso el taxímetro y sin problemas: 7 yuanes. Al cambio, algo menos de 1 euro. Y a dormir que mañana nos esperan los guerreros.

10º DÍA: LOS GUERREROS DE XI´AN

Nos fuimos directos para la estación de tren a coger uno de los autobuses verdes que llevan a la gente directamente a los guerreros. En la Lonely pone que salen de delante de la estación, lo que como ya os he comentado no aclara mucho. Lo localizamos tras dar un par de vueltas . Están en el parking de la derecha de la estación (según os ponéis mirando hacia ella). Allí nos encontramos con otra pareja de españoles que también iban para allí. El trayecto dura 1 hora y cuesta 7 yuanes para los chinos, 8 para los extranjeros. No sabemos si esto es oficial o es que la cobradora se sacaba una propina. Nosotros le dijimos que a los chinos les cobraba 7, pero se limitó a sonreir y a decir que eran 8 yuanes.

Llegamos cuando aún no había mucha gente, pero ojo las entradas las tenéis que comprar en la parte de abajo, las taquillas están donde paran los autobuses de las excursiones y no arriba donde están los tornos para entrar y donde están situados reventas con entradas por si no te apetece volver a bajar a comprarlas. Las entradas cuestan 150 yuanes.

Vimos primero, como dice la Lonely, las fosas más pequeñas, y dejamos la grande para el final. En la primera se ven guerreros semienterrados y en trozos en una pequeña fosa, además de 4 guerreros expuestos en urnas, para que la gente los pueda ver perfectamente. Sacarse fotos es más complicado con la de gente que hay. En la segunda fosa hay grupos pequeños de guerreros y caballos, pero lo bueno está en la tercer fosa, la más grande, es una gran nave del tamaño de un campo de futbol llena de todo un ejército de guerreros. Verdaderamente impresionante.

Tras sacar un montón de fotos y hacer unos videos, decidimos volver para Xi´an, y comer allí. Tuvimos suerte y el bus pasó nada más llegar a la parada. Así que a la hora de comer estábamos en pleno barrio musulmán. Aquello está atiborrado de puestos de comida y de todo tipo, nos tomamos unos pinchos ricos y una especie de empanadillas que estaban malísimas, muy aceitosas y a saber las veces que se había usado ese aceite. En el mercado te puedes tirar un buen rato, curioseando en los puestos y mirando sin más: los curiosos sistemas de refrigeración de la carne (un ventilador con un trapo girando sobre la carne), los pinchos, ver como hacen tallarines… Nos compramos una bolsita de kiwi deshidratado con azucar, como si fuesen gominolas, y compramos unos regalillos. Nos costó, pero dimos con la mezquita, escondida en una calleja y entramos a verla (entrada 25 yuanes). La arquitectura es bonita, pero se parece a la de los templos budistas, así que no es muy diferente de lo que habíamos visto ya, y además si no eres musulmán no puedes pasar a la sala de oración, con lo que nos resultó un poco decepcionante, sobre todo porque recordamos las magníficas mezquitas que habíamos visto en Turquía y donde no había problema para entrar.

Entre que estábamos cansados y que hacía un calor de mil demonios nos metimos en un McDonalds a disfrutar de su aire acondicionado y tomar algo fresquito. Decidimos quedarnos por allí, nos dimos una vuelta, cenamos algo temprano en el barrio musulmán y volvimos a descansar al hotel.

11º DÍA: CHENGDU

Hoy cogíamos un avión para Chengdu, así que fuimos en taxi al centro, a donde salía el autobús para el aeropuerto (esto está muy bien montado en China) y lo cogimos. Nuestro avión salía a las 10:40 y llegábamos a las 12:30. otra vez autobús hasta el centro de Chengdu y desde ahí nos cogimosun taxi por 10 yuanes hasta el hotel, el Buddahazen, que fue un verdadero acierto, es un hotel precioso, que imita una mansión china y que está situado en un barrio restaurado de Chengdu, junto al templo budista más importante de la ciudad. El barrio más que restaurado lo han levantado nuevo imitando a las casas tradicionales.. Está lleno de tiendas y de restaurantes, y es la mejor opción en Chengdu, porque el resto de la ciudad es moderno y no tiene mucho interés. Como nuestra intención era esa tarde ir a ver los osos pandas en la reserva de cría que está a 15 km, fuimos a la calle de delante de la estación de autobuses de Xinkali, a coger el autobús 902 como decía la Lonely, nos apresuramos porque calculábamos que íbamos a coger el último a las 16:00, además el parque de los pandas cerraba a las 18:00. nuestro gozo en un pozo, allí estaban los carteles del autobús pero no pasó ninguno. A las 16:30 le preguntamos al conductor de otro autobús y nos dijo que ese día ya nada. Con lo cual tocó cambio de planes, nos fuimos a comer algo (aún no lo habíamos hecho) pero como resulta que en Chengdu y región el producto estrella es la guindilla resulta tremendamente difícil pedir algo que no lleve cantidades industriales e guindilla roja o verde. Tras salir con la boca como un volcán, volvimos hacia la zona del hotel, curioseamos por el barrio y nos fuimos a ver el templo budista (cosa rara, no cerraba hasta las 9 de la noche). Cenamos arroz dulce embutido en la cascara de la piña (no nos gustó mucho) y unas gambas rebozadas, pero el sitio estaba a punto de cerrar y no fue gran cosa.

12º DÍA: LOS PANDAS Y EL BUDA DE LESHAN

Al no haber podido ver los pandas el día anterior teníamos que apretar el itinerario del día de hoy: por la mañana temprano los pandas e intentar coger el autobús para Leshan sobre la una y ver el buda.

A las 8:30 estábamos en la parada otra vez para coger el bus. Sorpresa, tampoco pasa. Ya un poco mosqueado le pregunto al conductor de otro bus, el 60, y me dice, o eso me parece, que el 902 no existe ya y que ese bus va al parque de los pandas. Así que nos montamos un poco desconfiados y mosqueados porque podíamos haber cogido ese bus el día anterior, que habíamos visto arrancar a varios mientras esperábamos el inexistente 902 (el bus no existiría, pero los carteles de su parada seguían ahí.). el billete nos costó 2 yuanes a cada uno.

El bus en cuestión es una carraca auténtica de los años 70 incapaz de ir a más de 40 km/h y hace un recorrido bastante largo. Tardamos más de 1 hora en llegar a 15 km de la ciudad, además no te deja delante del parque sino en una carretera donde no hay ninguna indicación, pero los otros pasajeros nos dijeron hacia donde debíamos andar, y tras recorrer 600 m por el arcén de otra carretera llegamos a la entrada del parque de los pandas. Nos había costado pero llegamos, aunque era ya un poco tarde para lo que queríamos hacer. Sacamos las entradas, que cuestan 58 yuanes por persona.

Había bastante gente y además coincidimos con una excursión de chavales chinos, que eran una burrada y bastante folloneros, por lo que tratamos de adelantarlos porque sino nos iba ser imposible ver un panda. El parque en cuestión es bastante grande, es muy frondoso y lleno de bambús, pero fuimos siguiendo los letreros que indicaban los recintos de los pandas, con la suerte de que cuando llegábamos a uno, salían 6 o 7 pandas, los vimos perfectamente, uno se vino a comer bambú sentado justo delante de nosotros mientras nos miraba y el resto jugueteaba un poco. A todo esto nos atrapó la marabunta de chavales chinos y sacar una foto o un video ya era difícil, parecía que estabas en un concierto entre la gente. Nos fuimos a otro recinto donde nos reimos un rato mientras veíamos a un panda subido a un árbol y un cuidador intentaba bajarlo sin poder conseguirlo, y después pasamos en fila y rápidamente por la zona donde están las incubadoras con los pandas casi recién nacidos. La visita estuvo muy bien. A mí, en principio, no es que es fuera una de mis prioridades ver pandas, pero he de reconocer que son muy bonitos y que mereció la pena acercarse hasta allí

Nos podíamos haber quedado un rato más pero si queríamos ir a Leshan teníamos que irnos, así que para ganar tiempo cogimos un taxi hasta la estación de autobuses. En realidad no ganamos mucho tiempo porque había un atasco enorme en la ciudad y tardamos una hora en hacer los 15 km. Resultado: 90 yuanes de carrera (unos 10 euros).

En la estación nos sacamos los billetes. Vimos que había un bus para Leshan y otro directo ya para el buda, así que sacamos ese, y nos pusimos a la cola porque estaba a punto de salir (salen cada 20 minutos). El billete cuesta 54 yuanes. Entonces nos dijeron que no íbamos en el autobús grande sino que ibamos en un monovolumen de 6 plazas. Nos extrañó un poco, pero resulta que el bus grande va a Leshan y el monovolumen va directamente a la zona del buda. Así que allí íbamos, nosotros dos, unos padres chinos con su niña de 12 años, y una china con gafas fashion, que iab comiéndose una pata de pollo de las que vienen en una bolsa al vacío y echando los huesecillos en la papelera del monovolumen.

Cogimos la autopista, y cuando llevamos unos 15 minutos, el chofer oye un ruído, paramos en el arcen y se baja a mirar. Algo debe pasar porque abre el maletero y se pone a hacer algo atrás, nos da la impresión de que hemos pinchado y efectivamente, lo que nos faltaba, hemos pinchado. El chino nos dice que nos bajemos y se pone con el gato en medio del carril de la autopista, sin preocuparse de si vienen coches o no, a 35 grados y un sol tremendo. A todo esto, la cría metiéndose en el carril para ver como cambia la rueda y sus padres pasando del tema, y la china de la pata de pollo a lo suyo, escupiendo los huesecillos al arcén, muy fina ella. 15 minutos después y con el chofer sudando a mares arrancamos y seguimos ya sin contratiempos hacia el buda. Pasamos Leshan y al llegar a unos 2 km de la entrada nos encontramos con una barrera en la carretera. Ahí nos bajamos y nos hiceron montar en otro monovolumen algo más cutrecillo que nos llevó ya hasta la entrada del recinto.

Aquí vino el mosqueo grande, llegamos a la taquilla y vemos que arriba pone en inglés que hay 2 entradas: la A para todo el recinto, de 160 yuanes, y la B de 90 yuanes para la zona del buda y un templo. Decimos que queremos la B y la china que no, que tenemos que comprar la A. Me mosqueo un poco y le digo que arriba pone que hay 2 tipos de entradas y que queremos la de 90 yuanes. La china que no y eso que estoy viendo que tiene 2 tacos de entradas diferentes, la A y la B. En esto que viene un chino con su hijo y delante nuestra la dela taquilla con todo el morro le vende la de 90 yuanes. Ya mosqueados del todo empezamos a protestar y a montar el pollo, con lo que se puso un chino que hablaba inglés y nos dijo que fueramos a otra entrada y allí comprábamos la de 90. Total, que hanían intentado colarnos que solo podíamos comprar la entrada más cara, incleible. Así que eso hicimos, fuimos unos 80 metros hacia atrás y entramos por una especie de parking que al final tiene unas taquillas y allí la compramos sin problemas.

En Leshan hace una humedad de mil demonios y mucho calor, y como ademas hay que subir bastantes escaleras hasta lo alto del monte llegamos arriba muertos. Nos compramos agua y unos polos y llegamos hasta la cabeza del Buda. Que decir, sabíamos que era grande, pero su tamaño impresiona porque sus orejas ya miden 8 metros de largo, así que imaginaos el tamaño. Vimos el templo budista que está en la zona de atrás del buda. Está muy nuevo, así que o lo han restaurado muy bien o lo han hecho nuevo, pero sea como sea se han gastado una pasta porque lo han dejado niquelado. También vimos una pagoda que hay allí al lado y después nos pusimos a hacer cola para bajar por las escaleras que descienden al lado del buda hasta la base. Estuvimos media hora haciendo cola, porque van dejando pasar a la gente poco a poco, mientras van bajando. Así que tuvimos un rato para observar lo guarros que son los chinos, que con una papelera a su lado tiran las botellas y los papeles al suelo sin cortarse. Entre fotos que nos sacaban los chinos, y otros que intentaban colarse sin cortarse un pelo pasamos el rato y empezamos a bajar. El buda es inmenso, unos 70 metros de alto, y mientras bajas por la escalera puedes sacarle fotos desde alguna terraza que hay, y ver el paisaje con el río y la ciudad al fondo, y los barcos con pasajeros que paran delante del buda para que los turistas lo vean. Mires para donde mires todo es espectacular y más cuando llegas abajo y te puedes sacar una foto delante de sus pies, con unos dedos más grandes que una persona

El calor apretaba pero para salir de allí todavía hay que hacer un buen recorrido subiendo y bajando escaleras. La gente , como ya no puede más, se va parando por todos los lados a descansar un rato y recuperar fuerzas.. Cuando por fin salimos, nos encontramos con los inevitables conductores que te ofrecen su coche con aire acondicionado para llevarte a la estación de bus de Leshan. Como no podíamos más negociamos con uno y nos llevó por 40 yuanes. La mejor inversión del viaje: los 15 minutos del trayecto nos permitieron revivir con el aire acondicionado a tope.

En la estación cogimos el bus para Chengdu (47 yuanes el billete) le llevó unas 2 horas y por el camino descargó una tormenta de las que hacen época, aunque allí deben de ser bastante habituales porque con la humedad tan bestial que hay y el calor, a última hora del día debe tocar siempre tormenta.

Ya en Chengdu nos fuimos a cenar a un pequeño local donde se ve que comía la gente de la zona, y nos zampamos una de esas sopas con tallarines y algo de picante que tanto les gustan.

13º DÍA: LOS ARROZALES DEL ESPINAZO DEL DRAGÓN

Nuestro avión se suponía que llegaba a la una a Guilin y desde ahí teníamos que coger un bus hasta Ping´an, en plenos arrozales del espinazo del dragón, donde íbamos a dormir. Sabíamos que íbamos a ir un poco justos de tiempo porque teníamos que coger un bus desde Guilin a Longshen y allí otro a Ping´an , aunque el último bus salía de allí a las 16:30.

Justo el día que íbamos pillados de tiempo se nos complicó todo, porque el vuelo salió con una hora y media de retraso y nos fastidió ya todo el plan. Como veíamos que no nos iba a dar tiempo decidimos coger desde el aeropuerto un taxi y no el autobús para llegar rápido a la estación de autobuses, pero nos topamos con la mafia del taxi. El que se ve que mandaba en la parada de taxis nos dice que son 100 yuanes y nada de taxímetro. Le dije que de eso nada e intenté regatear con él, pero el tío dice que no y me hace indicación de que me vaya a un taxi. Nos montamos y vemos que el taxista pone el taxímetro, con lo que pensamos que nos la habían intentado colar. Pero nuestro gozo en un pozo, el tiempo pasa y el taxímetro no se mueve, sigue en 7 yuanes. Así que nos imaginamos que el tipo nos iba a cobrar 100 yuanes. Como teníamos tiempo y estábamos ya un poco quemados, miramos en la guía como se decía “es muy caro” y alguna cosa más, listos para tener una bronca. Efectivamente, llegamos y dice que 100 euros, nosotros decimos que el taxímetro no se ha movido y marca 7 yuanes. El tipo se indigna, nosotros también, y como ninguno sabe lo que dice el otro, al final los pagamos y lo dejamos, echando pestes los unos de los otros.

Ahora empezaba nuestro segundo problema porque llegamos a la estación central de autobuses de Guilin y en la ventanilla nos dicen que allí no salen los autobuses para Longshen. La china de la taquilla me escribe un nº de autobús, el 91, que tenemos que coger para ir a la otra estación donde salen los buses. La verdad es que no sabíamos si ahí salían solo los buses por la mañana y como eran las 3 y pico de la tarde ya no había o es que ahora ya no salen los buses de ahí, en contra de lo que dice la Lonely Planet. La cosa es que veíamos que no íbamos a llegar a Longshen a tiempo para coger el último bus que nos llevara a Ping´an.

Como estábamos allí delante sin saber muy bien que hacer, en esto se nos acerca el chino de turno y nos saca el mapita con la zona de los arrozales y nos dice que nos lleva. Empezamos a regatear y conseguimos que nos lo dejara por 160 yuanes. Nos salía más caro pero por lo menos llegábamos, y además tardábamos dos horas menos (tardamos 2 horas y media) que en el autobús, así que allí nos fuimos en su monovolumen. El chino era un señor de unos 50 años, de los que le gusta hablar sin parar, pero como no hablaba ni papa de inglés le era complicado, pero él se esforzaba por sacar conversación y se partía de risa. Mientras salíamos de Guilin iba parando en todas las paradas del bus a Longshen y en una convenció a otro chino para que se viniera con nosotros (no vi cuánto le cobró pero fijo que menos que a nosotros). A partir de aquí experimentamos como conducen por las carreteras bacheadas de la zona, con adelantamientos en curvas sin visibilidad, pero eso sí, pitando antes, así el que viene de frente ya va pegado al arcén, con lo que más de una vez nos encontramos con un coche que venía de frente pero sin problemas, porque iba totalmente metido en el arcén para dejarnos sitio. En fin, toda una odisea.

Cuando llegamos a Longshen, paramos en el lugar donde se paga por entrar en la zona de los arrozales, son 80 yuanes por persona, más 30 yuanes por entrar en Ping´an y te dan un papelito que entregarás en la entrada que hay al pié del pueblo.

Nuestro amigo nos dejo al pié de Ping´an, donde empieza la famosa subida al pueblo, que está en lo alto de una muy alta colina. Primero hay que subir una buena cuesta y después unas escaleras bastante empinadas. Ya habíamos leído que había viejecitas que cobrando te suben la maleta en unos cestos que llevan a su espalda, pero aunque es su forma de ganar algo a nosotros nos parecía un poco denigrante que una señora de casi 70 años me suba la maleta y que yo vaya tan pancho, así que les dijimos que no, que nosotros las subíamos. Se ve que están acostumbradas que les digan eso y que luego la gente al ver la tremenda subida se lo piensen mejor y acepten, por eso una señora se nos pegó y fue todo el camino detrás de nosotros por si nos arrepentíamos. De vez en cuando insistía pero nosotros que no.

La verdad es que la subida se las trae y las escaleras son bastante empinadas y largas, pero fuimos parando y descansando y así fuimos subiendo. Eso sí, un poco agobiados con nuestra escolta detrás que insistía en que le diéramos la maleta. Lo mejor es que si llevais una maleta algo pesada la dejéis en la consigna de una estación y os vayáis con lo justo si solo vais a pasar una noche o dos.

Tras un buen rato conseguimos llegar al hotel, el Longji Star Wish Resort, que encima era uno de los que estaba más arriba. Tras mucho preguntar y dar bastantes vueltas lo localizamos, porque nadie lo conocía (el fallo fue que llevábamos el nombre escrito en inglés y no en chino, con lo que no tenían ni idea).

El pueblo es muy pintoresco, está en la ladera de un monte bastante empinado, y todas las casas son hoteles y están levantando más hoteles caseros de 2 o 3 plantas sin parar, con lo que en unos años me parece que se cargarán la gallina de los huevos de oro. Pero bueno, el hotel estaba bien, parecido a una casa rural española. Como ya empezaba a anochecer salimos a dar un paseillo por el pueblo, que estaba bastante tranquilo, porque no es mucha la gente que se queda a dormir, y una vez que se van las excursiones de turistas se está estupendamente en él. Nos encontramos con una chica española que estaba viajando por su cuenta por China. Cenamos en una terraza muy agradable: arroz con pollo hecho en bambú, unos pinchos y pescaditos del río. Lo único malo es que hay un Karaoke- que tiene la música altísima y rompe la tranquilidad del lugar. No pega para nada con sus luces y el ruido, menos mal que a eso de las 10 quitan la música y ya se queda todo tranquilo.

Un consejo. Llevad una linterna o usad el móvil, porque en el pueblo no hay luz en las calles (no son calles, son caminitos y escaleras en la ladera del monte) y por la noche no se ve nada de nada, con lo que cuesta encontrar el camino de vuelta.

14º DÍA:ARROZALES Y GUILIN

Nos levantaos tempranito para poder ver los arrozales tranquilamente porque queriamos irnos al mediodía hacia Guilin. Nuestra habitación tenía una terraza pero como están levantando otro hotelito delante no es que tuviéramos unas grandes vistas. Preguntamos en el hotel a que hora salía el bus para Guilin y nos dijeron que a las dos, que si queríamos nos reservan plaza, pero como suponíamos que nos cobrarían por ello les dijimos que no, gracias. Lo bueno es que como estabamos en lo más alto del pueblo teníamos muy cerca, apenas a 5 minutos el mirador de …………….. , con unas espléndidas vistas de las terrazas de arroz y lo mejor de todo es que estábamos totalmente solos y pudimos disfrutarlas de maravilla. Ya estaban abiertos todos los puestecillos de recuerdos para los turistas y alguno con una música bastante estridente que no pegaba para nada con el entorno. Desde ahí nos fuimos al otro lado del pueblo hacia el mirador del tigre ………. , también con unas grandes vistas, está en el camino que lleva a Dazhai y también estuvimos totalmente solos. Además como desde ahí no se veía el pueblo parecía que no había nadie más en kilómetros a la redonda y se respiraba una gran tranquilidad. Después de un rato andando nos volvimos al pueblo y nos tomamos un café que nos cobraron a precio del centro de Madrid y que además estaba malísimo. Desde luego mucho mejor y más barato tomar un té con leche que un café.

Recogimos las cosas en el hotel y emprendimos la bajada. No fue tan dura como la subida pero también le llegó. Mientras bajábamos nos empezamos a cruzar con las primeras excursiones de turistas chinos que llegaban al pueblo, y nos alegramos de habernos quedado a dormir, porque pudimos ver los arrozales tranquilamente y con esa jauría que llegaba sería imposible, más con lo pequeñito que es el pueblo. Ya subían las señoras mayores cargadas con maletas y hasta un palanquín subido por 4 del pueblo llevando a una china que se iba comiendo un helado. Nos pareció una vergüenza, aquello parecía una imagen de la Edad Media.

Finalmente cogimos el autobús a la una, porque salía para Longshen y el de las dos era a Guilin directo. El autobús era una auténtica carraca y si sois muy aprensivos no miréis por la ventanilla porque los barrancos de al lado de la carretera meten miedo.

Por lo demás el viaje fue muy bien porque al llegar a un punto nos avisaron y nos transbordaron a otro autobús que iba a Guilin, con lo que no tuvimos que esperar y solo nos costó 30 yuanes a cada uno, todo el trayecto, que duró 3 horas y cuarto.

El bus nos dejó en la otra estación de bus de Guilin, a la que debíamos de haber ido para coger el bus a Longshen, que está un poco alejada del centro. Nos cogimos un taxi hasta nuestro hotel, el Jin Guang Ming Lou, al lado de unos lagos del centro de Guilin y de la calle donde se ponen todos los puestos de comida por la noche y al mediodía. La ubicación era excelente, aunque el hotel era un poco antiguo y al día siguiente descubrimos que compartíamos la habitación con unas simpáticas cucarachas.

Nos fuimos a dar una vuelta alrededor del lago y estuvimos un buen rato viendo hacer tai chi a unas señoras junto al lago, después nos fuimos a la calle de los puestos de comida y nos metimos en un restaurante a comer algo.

15º DÍA: GUILIN

hoy se suponía que cogeríamos el crucero por el río Li, pero nos tiraron para atrás los precios desorbitados: unos 80 euros. Así que aunque sabíamos que era una bonita excursión decidimos quedarnos a pasar en Guilin. Nos fuimos dando un paseo a lo largo del río y pudimos ver a grupos de chinas haciendo sus coreografías muy trabajadas con música en el paseo del río. Hacen escenas muy divertidas y no tienen ni la más mínima vergüenza. Parece que hay un que es la profesora, que es la que guía y enseña la coreografía al resto. Supusimos que las señoras la contratan para hacer ejercicio, igual que aquí la gente se va al gimnasio.

Nos tomamos un café y un helado con gran trabajo en una pizzería: yo quería una coca cola pero increíblemente no sabían lo que era, y para tomar un capuchino (venía en la carta) tardaron 15 minutos, y luego hasta salió la chica de la cocina a preguntarnos si estaba bueno (que sí lo estaba). Se ve que era el primero que hacía en su vida y se fue contentísima cuando le dijimos que sí lo estaba.

Decidimos ir al parque de las 7 estrellas, uno de los más importantes de Guilin, tras pagar la correspondiente entrada nos encontramos con un parque enorme, con zonas de césped, de bosque y de estanques, y nos pusimos a mirar a ver si veíamos los monos salvajes que había en el parque, pero no los encontrábamos, aunque había muchos carteles avisando de que había que tener cuidado con ellos, que son muy peligrosos.

Tras patear un buen rato por el parque, comimos en un tenderete con mesas, y después ya seguimos paseando. Decidimos subir por unas escaleritas en medio de una zona de árboles y ¿qué nos encontramos ahí? Un montón de monos, se ve que estaban todos juntos: monas con sus crías, en el camino, por los árboles. Nos hinchamos a sacarles fotos y hacerles videos, pero siempre manteniendo la distancia con ellos, que no nos fiábamos. Aún así, después de un rato, saltó al camino un pedazo de mono que ni siquiera nos había visto, pero al girarse nos vió y no nos quitó ojo, se ve que era el macho alfa, porque el tipejo se acercó un poco y se arrancó hacia nosotros, parándose de repente. Fue un aviso pero nos llegó de sobra, fuimos retrocediendo poco a poco y nos largamos de allí, con el miedo en el cuerpo porque si el mono no se para se nos hubiera tirado encima y tenía un tamañito considerable.

Después de un rato más en el parque decidimos salir de él y bordeamos los lagos, viendo las dos pagodas que están en ellos. Entramos en un banco a cambiar dinero (en China abren por la tarde) y como ya estaba anocheciendo vimos junto al lago a más gente haciendo tai chi y coreografías con música y nos fuimos a cenar algo, pero cuando salíamos de cenar empezaba a llover y a tronar con lo que nos fuimos rápido al hotel, y menos mal porque cayó un tormentón de los que hacen época, normal porque había muchísima humedad y calor.

16º DÍA: SUZHOU

A las 10:45 cogíamos el avión de Guilin hacia Shanghai y luego un tren para Suzhou donde ibamos a dormir. Fuimos al aeropuerto en el bus que une el centro de la ciudad con él. El vuelo duró dos horas, salió puntual y llegamos más puntuales todavía al aeropuerto de Shanghai. Comimos algo en el aeropuerto y salimos de la terminal del aeropuerto y siguiendo las indicaciones fuimos hacia el metro, a unos 200 metros, cogimos la línea 10 y en dos paradas nos pusimos en la estación de tren. Llena de gente (como no) pero muy moderna y mucho mejor organizada que la de Pekín.

Sacamos los billetes para Suzhou (26 yuanes cada uno) después de asistir a como un chino intentaba colarse con todo el morro a todos los que estábamos haciendo cola, pero por una vez los chinos que tenía delante no se callaron y le montaron un pollo de cuidado, aunque el tío ni se giraba mientras le estaban gritando, pero se tuvo que ir.

Los trenes en Shanghai son otro mundo, nada que ver con los del norte de China. El tren en el que fuimos era modernísimo, mucho mejor que los de España y la gente se veía ya que era de otra forma, no gritaban, no tiraban cosas al suelo, en fin, que no parecía China. En 30 minutos llegamos a Suzhou y cogimos un taxi (16 yuanes) que nos dejó cerca del hotel, porque estaba en una calle peatonal, dimos unas vueltas hasta que lo encontramos, el Suzhou Pingjian Lodge, una casa antigua china de varios siglos de antigüedad , era agradable y está muy bien situado.

Salimos a dar una vuelta y recorrimos la que se supone que es la calle de más encanto de Suzhou, con su canal. Nos decepcionó un poco porque tampoco era ninguna maravilla, desde luego la “Venecia de Oriente” debió de ser muy espectacular en la época pero hoy en día no parece para tanto, o eso nos pareció a nosotros. Si lo llegamos a saber no nos hubiéramos quedado a dormir y solo hubiéramos ido a dar una vuelta desde Shanghai. Vimos donde estaba el jardín del Administrador Humilde y tomamos nota para el día siguiente. Cenamos en un restaurante allí cerca y probé la carne de perro en tiras, y no estaba nada mala por cierto.

17º DIA: SUZHOU

El plan de hoy era ir a ver el jardín del Administrador Humilde, el museo de la seda y luego ir para Shanghai donde dormiríamos dos noches. El día amaneció nublado pero no nos llevamos el paraguas, gran error, desayunamos en una estupenda pastelería y muy barata, y fuimos al jardín, donde ya había bastante gente (entrada 70 yuanes). El jardín es bastante bonito y grande, merece la pena verlo, pero os recomiendo que vayáis temprano porque demasiada gente puede arruinaros la visita. Allí empezó a llover y ya no paró, y nosotros sin paraguas.

Cuando salimos fuimos hacia el museo de la seda, a unos 10 minutos, seguía lloviendo y ya nos empezábamos a empapar. Para cuando llegamos estábamos empapados del todo. El museo no está mal, te explican el proceso de la seda, ves trajes antiguos, y la historia de la seda en Suzhou, lo único que se echa de menos es que tuvieran gusanos de seda de verdad y no de mentira, que tampoco costaba tanto. Compramos unos pañuelos de seda para la familia en la tienda del museo(ahí no se regatea) y emprendimos la vuelta al hotel bajo la lluvia, nos llevó una media hora y como cada vez llovía más llegamos al hotel totalmente hechos una sopa, con lo que tuvimos que secarnos y cambiarnos de ropa. Comimos en un local de dim sum que venía en la Lonely y que está en la calle del canal, mereció la pena porque fueron los más rico que tomamos en China, y no era nada caro.

Dejamos el hotel y nos fuimos para la estación a coger el tren para Shanghai. Allí al llegar cogimos un taxi que nos llevó a nuestro hotel, el Marvel Hotel: el mejor hotel de todo el viaje, sin duda, junto al de Pekín. Por fuera no parece gran cosa, pero por dentro es modernísimo y las habitaciones son una pasada y además bastante grandes, con internet a través de la televisión de la habitación. El hotel nos salió por 60 euros la noche y está bastante céntrico, de hecho está enfrente del museo de Shanghai y a unos 15 minutos andando del Bund, y tiene una parada de metro en el portal de al lado.

Fuimos andando hacia el Bund, tan solo teníamos que seguir recto por la calle de al lado del hotel, una calle llena de tiendas de instrumentos musicales, nunca habéis visto una calle con tantos pianos de cola, os lo aseguro.

Por fin llegamos al Bund, espectacular, sobre todo las vistas del otro lado del río, del moderno distrito de Pudong, con la torre de la Perla y dos de los diez edificios más altos del mundo, como la torre Jinmao, que hacen un espectáculo increíble iluminados por la noche. Sacamos un montón de fotos y nos fuimos a la zona antigua de Shanghai, rehabilitada y convertida en un centro comercial abierto, abarrotado de gente y de luces llamativas en edificios antiguos chinos. Dimos una vuelta, curioseamos en las tiendas y cenamos en un buffet donde cogías lo que te apetecía, aunque fue un poco caro. Nos volvimos para el hotel después de que nos ofrecieran falsificaciones de relojes en catálogo continuamente.

18º DÍA: SHANGHAI

El plan de hoy empezaba visitando el museo de Shanghai, uno de los más importantes de China, como además lo teníamos enfrente no tuvimos que madrugar y desayunamos en una pequeña pastelería, que tenía unos dulces impresionantes. El museo es bastante grande y la sala más impactante es sin duda la que tiene las estatuas de gran tamaño con budas de toda China y otras figuras de bastantes siglos de antigüedad. Hay otras salas dedicadas a la caligrafía, vestidos, pintura, artesanía… pero al menos para nosotros ya no fueron tan interesantes, aunque el museo merece una visita sin duda.

Cuando salimos nos fuimos a comer al barrio antiguo, desechamos ir a ver los jardines de Yuyuan porque había bastante gente y además ya nos había llegado con el de Suzhou, así que decidimos ir a pasear por la zona del Bund, para verlo de día. La zona está abarrotada de gente que va a sacarse fotos y a admirar el paisaje de los rascacielos del otro lado. Lo recorrimos de punta a punto mientras admirábamos el paisaje humano que pululaba por allí: fotógrafos, vendedores, turistas chinos, extranjeros, etc. Sacamos un montón de fotos y videos y nos volvimos al hotel a arreglar la maleta porque al día siguiente nos íbamos para Pekín y cogíamos el avión de vuelta para España de madrugada.

19 DÍA: BEIJING: EL MERCADO DE LA SEDA

Nuestro avión salía a las 10 de la mañana y llegaba a las 12:20 a Pekín. Nuestro plan era dejar la maleta en la consigna de la estación central de tren e irnos a pasar la tarde al mercado de la Seda, a hacer compras de ropa y regalitos para la familia.. El mercado cierra a las 9 de la noche, así que sobre esa hora nos iríamos a recoger la maleta a la consigna y nos vamos para el aeropuerto porque nuestro avión salía a la 1:50 de la mañana. Iba a ser un día bastante largo.

Para empezar cuando nos despertamos había tormenta sobre Shanghai, aunque cuando fuimos para el aeropuerto ya había pasado. El taxi desde el hotel nos costó 70 yuanes. Nuestro avión salió con una hora de retraso, que nos pasamos ya metidos en el avión, sin explicación ninguna, aunque luego supimos que había un tifón por allí cerca, así que ese debió de ser el motivo del retraso .

Al llegar a Pekín esperamos para coger el bus que conecta el aeropuerto con la estación de tren (la parada está al salir de la terminal) pero tardó mucho en pasar porque hay uno cada hora y además cogimos uno de los típicos atascos gigantes de Pekín, con lo que tardamos otra hora en llegar a la estación. Allí buscamos la consigna, hay varias, fuimos a una que está fuera, al lado del McDonalds, subiendo unas escaleras: no hablan ni papa de inglés, así que por señas nos entendimos, te cobran por maleta y tamaño de la maleta, no por horas, y la consigna cierra a las 12 de la noche, así que no había problema. Tuvimos que pasarla por el inevitable scanner aunque, no os lo perdáis, el chino que miraba la pantalla estaba dormido, cosa que a los otros no les importó. Una vez hecho el paripé las dejamos y nos fuimos al mercado, que está solo a 2 paradas de metro, junto a la parada de ………..

Antes de meternos fuimos a tomar un café a un McDonalds de al lado, pero, oh sorpresa, la china que estaba en el pequeño mostrador que pone los cafés no habla inglés y no entiende coffee, se fue a llamar a otra china y 10 minutos después, que les llevó su tiempo conseguimos tomar algo con aspecto de café.

Nos fuimos ya al mercado, que ya eran las 4 de la tarde: ya os comenté cual es el sistema aquí, nada tiene precio, tú preguntas cuanto, la china te dice una burrada, tú dices que no y ella te pregunta que cuanto para ti mientras te da una calculadora para que lo escribas. Tú pones un precio muy bajo, ella te llama tacaño, amigo, te dice que es precio de amigo, empezais a regatear, ella dice que “ni pa ti ni pa mi precio finito”: entonces tienes dos opciones, aceptas y te ha engañado, o dices que no y te vas, entonces la china te dice que vale, que acepta tu precio, y también te habrá engañado. El proceso como véis es largo y laborioso, hay que tomárselo con humor e ir preparado, aunque cansa bastante, porque hay que calcular siempre mentalmente cuanto puede costar algo, lo mejor es llevar precios de España para saber a qué atenerse.

No todo son falsificaciones, las hay, buenas y malas, pero otras son productos de la marca, que tienen las fábricas en China y producen de más para luego vender por su cuenta. Así que cada uno tiene que valorar un poco lo que compra y lo que le parece un precio justo.

Nosotros nos tiramos unas 4 horas en el mercado de la seda y compramos polos de Ralph Laurent, camisetas, camisas de Tommy Hilfiger, una cartera, cometas, pinturas, una gabardina y un montón de cosas más. Lo que más te descoloca no es que te pidan 150 euros al cambio por una gabardina buena de marca (que al final sacamos por 60) sino que te piden lo mismo por unas cometas malas y unas diademas malas para niñas que debían de valer 3 euros, y ellos ala, sin cortarse un pelo te piden más de 100 euros, pero bueno, hay que tomárselo con humor, regatear, decir que no, irse, que te digan que vuelvas, decir que te vas, y seguir regateando. Que no os dé reparo, hay muchas tiendas, si en una no conseguís precio probad en otra. Nosotros salimos de allí con un montón de bolsas, a punto estuvimos de comprarnos una maleta para meterlo todo. El mercado está organizado por plantas y productos: bolsos, maletas, ropa, electrónica, bisutería, ropa deportiva,etc. En cuanto a la electrónica podéis encontrar de todo, aunque aquí la calidad es más que discutible, porque casi todo son falsificaciones. Probad y encended todo antes de llevároslo. Yo me compré una copia idéntica del SamSung Galaxy III por 25 euros (pedían 160 euros inicialmente), por ahora va bien, pero no sé cuanto durará, lo mejor de todo es que está liberado.

En fin, que cargados de bolsas y un poco agotados mentalmente de tanto regateo salimos del mercado a las 8 y pico. Nos fuimos a recoger nuestras maletas a la consigna de la estación , y como ya no había bus para ir al aeropuerto (el último sale a las 9) tuvimos que coger un taxi sin taxímetro, con el que tuvimos que regatear el precio. Nos pedía 150 yuanes y nos lo dejó en 90 al final.

Ya en el aeropuerto tomamos algo, facturamos tranquilamente, vimos los últimos chinos del viaje escupiendo y por fin nos relajamos un poco, nuestro viaje se acababa. Teníamos pena pero también ganas de volver ya, eran muchos días de aquí para allá y ya necesitábamos un poco de cultura occidental. Nuestro avión salió finalmente con 1 hora de retraso, casi a las 3 de la mañana y 11 horas después llegábamos a Zurich a las 6:30 de la mañana local (para nosotros las 12:30 del mediodía en horario chino) y 5 horas después cogíamos el vuelo de Iberia hacia Madrid: adiós arroz, ¡hola tortilla de patatas!

Conclusión: Nos ha gustado mucho China. Quizás su ciudades no es que sean especialmente bonitas, pero sí son espectaculares los monumentos y paisajes que véis. Nos han quedado cosas por ver en los lugares que estuvimos y vimos otras que no esperábamos. No os agobiéis, id con un plan, pero luego acomodaros al viaje y a lo cansados que estéis (nosotros renunciamos a ver alguna cosa porque estábamos fundidos). Os intentarán timar, pero tomadlo con filosofía y con calma, porque para ellos somos billetes andantes, Disfrutad de los mercados, ahí está la China auténtica y de los pequeños pueblos. Y siempre llevad los nombres de los sitios a donde vais a ir (lugares, monumentos, estaciones, aeropuertos, hoteles, etc) escritos en chino, os será de mucha utilidad, porque muchos ni siquiera entienden nada de inglés, y no identifican los nombres. Y preparaos a sufrir un poco con la comida. ¡Buen viaje!

Un comentario en “Diario de China”

  1. Excelente artículo, hay muchísimas cosas por ver en Shanghai, es una de las mejores ciudades en las que he estado. El Jardín Yuyuan es uno de los mejores lugares para relajarse (yu signifca pacífico en chino). Estuve con mi familia allí durante una tarde junto a un guía turístico que nos contó todo sobre la dinastía Ming y la familia Pang, antiguos dueños de estos magníficos jardines. Lo recomiendo 100%! http://servantrip.es/servicio-guias-turisticos-shanghai/

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