Diario de Turquía

Nuestro plan de viaje era el siguiente:

16 días por nuestra cuenta en Turquía: 4 días y medio en Estambul, luego alquilamos un coche, hicimos noche en Ankara y al día siguiente a la Capadocia, 2 días y medio, luego nos fuimos a Konya, de ahí a Denizli para ver Hierápolis y Pamukkale, luego nos fuimos a Selçuk, como base para ver las ciudades griegas de Éfeso, Dídima, Priene y Mileto. De Selçuk salimos para Bursa donde dormimos y al día siguiente Estambul, una noche y vuelta a España. Es un viaje pensado para amantes del arte (musulmán, bizantino, griego y romano), nos gustan las piedras y la historia. No estaba en nuestros planes la playa. Eso ya lo tenemos en España.

Presupuesto total para 2 personas:

Avión: 621,50 con Iberia

Hoteles: 940 €.

Coche: 290 €

Gasolina: 300 €

Total: unos 2100 euros.

TOTAL: UNOS 2100 EUROS (sin comida, pero comer es muy barato en Turquía, incluso en los sitios más turísticos.)

1º DIA; LA LLEGADA

Después de unos cuantos meses de preparativos de viaje y habernos leído unas cuantas guías cogimos el avión para Estambul en Madrid: habíamos cogido el vuelo con 4 meses de antelación con Iberia y nos salió muy bien de precio: 300 euros cada uno, ida y vuelta, eso sí no se admitían cancelaciones ni modificaciones.

5 horitas después aterrizábamos en Estambul, aguantamos las colas para pagar el visado y pasamos a la zona donde nos esperaba un chofer del hotel para llevarnos en microbús.

La primera impresión de Turquía fue la humedad, era 4 de agosto y en Estambul había una humedad brutal, parecía que el aire era denso y espeso.

En 20 minutillos llegamos a nuestro hotel, el Best Western Citadel, os lo recomiendo, es un hotel de 4 estrellas, con habitaciones un poco pequeñas, pero por lo demás estupendo, está situado en el cuerno de oro, delante del mar, y enfrente a la parte asiática. Lo mejor es que estábamos a 10 minutos de Santa Sofía , eso sí, cuesta arriba, pero merecía la pena. Lo cogimos en booking con meses de antelación y muy bien de precio (80 euros la noche, transporte desde el aeropuerto y una cena gratis). Además con desayuno incluido (siempre lo está en los hoteles turcos)

Dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos a explorar un poco: vimos por fuera Santa Sofía, la Mezquita Azul y la zona del Hipódromo, ¿Qué decir? Nos quedamos maravillados por la belleza de la zona y de los edificios y perdimos los pocos reparos que nos quedaban sobre la seguridad en Turquía, los turcos son encantadores y muy amables, les gusta hablar y saber de donde eres.

Como ya anochecía decidimos cenar en la calle donde está la entrada a la Cisterna, al lado de Santa Sofía, una calle que se corta al tráfico y llena de pequeños restaurantes, cenamos en la terraza de uno y nos adentramos en la cocina turca: falafel, humus, hojas de parra rellenas de arroz, todo muy rico, y muy bien de precio.

Nos volvimos al hotel, mañana nos esperaba Estambul.

2º DÍA: ESTAMBUL

Nos levantamos temprano, Estambul nos esperaba y no nos queríamos perder nada. Lo primero desayunar en la terraza del hotel, lo segundo empezar a sudar sin parar, debían de ser las 8:30 de la mañana y había una humedad de mil demonios. Eso fue una constante todos los días en Estambul.

Lo primero que nos encantó de la ciudad fue escuchar la llamada a la oración desde las mezquitas, es precioso y parece que te transporta a otro mundo. La escuchábamos unas 4 veces al día y no te cansabas de oirlo.

Decidimos ir primero a ver Santa Sofía, como no, hicimos una pequeña cola, pero teniendo en cuenta que era agosto y había gente entramos bastante rápido. Supongo que más tarde ya es otra cosa. Cuando entras en Santa Sofía te quedas maravillado, la has visto en fotos, en videos, pero otra cosa es verla en directo, estar debajo de su cúpula y quedarte asombrado por su construcción, y además se está algo más fresquito que fuera. Nos sentamos un ratito junto a una columna mientras repasábamos la guia. En la parte de arriba se encuentran los mosaicos bizantinos, son preciosos, aunque al lado de ellos hay un guardia de seguridad para que no se saquen fotos con flash, aunque no todo el mundo lo respeta, con su consiguiente enfado. Lo mejor de todo es deambular por el edificio y fijarte en los pequeños detalles, esto sí que es historia en mayúsculas. Como ahora es un museo ya no se puede rezar y es curioso la mezcla de gente que hay dentro: árabes, turcos, occidentales, japoneses..

Dentro del recinto de Santa Sofía pero fuera del edificio hay una tienda de recuerdos turísticos del estado. Os la recomiendo, hay cosas muy bonitas, libros, imanes, postales, en fin, lo típico, pero de buena calidad porque es del estado y siempre las encontramos en todos los grandes museos y edificios turcos.

De ahí, y tras bebernos la primera botella de agua del día (de litro, que la humedad hace perder mucho líquido) nos fuimos a la mezquita azul, que está justo enfrente de Santa Sofía. Este sí es un lugar de culto, os recomiendo entrar por la puerta que está en el medio del hipódromo, porque así según entráis podréis ver todas las cúpulas escalonadas. y aquí los turistas entramos por una puerta diferente a la gente que va a rezar, porque tenemos nuestro espacio acotado, en la entrada, que es gratuita, te descalzas y dan a las mujeres un pañuelo para cubrirse el pelo, que devuelves cuando sales. La mezquita es impresionante, está toda llena de azulejos de Iznik espectaculares y además es muy luminosa. Lo peor es que como te descalzas al entrar, entre los turistas había un olor a tigre de los pies sudados que tiraba para atrás con el calor que hacía. Lo que más nos sorprendió es que la gente va a rezar, pero también juega allí con sus hijos y se relaja en ese espacio. No dejéis de ver el recinto con tumbas de familiares de los sultanes que está en un lateral de la mezquita. Son muy curiosas, porque parecen pequeñas tiendas de campaña medievales, cubriendo los ataúdes.

El hipódromo es un sitio muy chulo, en realidad no queda nada de él y hoy es una plaza que conserva la forma del hipódromo original. Allí está el obelisco egipcio que estaba en el centro del hipódromo y la columna serpentina. Nos bajamos una nueva botella de agua y comimos allí al lado, en una especie de self service de comida típica turca, todo muy bueno. Ahí nos bajamos el primero de muchos kebabs,

Tras hacer la digestión y tomarnos un rico café helado en un puesto del jardincillo entre Santa Sofía y la Mezquita Azul nos fuimos a la cisterna, el antiguo depósito de agua lleno de columnas bizantinas y griegas (entrada unos 5 euros). Es un sitio mágico, está en penumbra, con una iluminación que alumbra las columnas para mantener su encanto, uno se mueve por la cisterna por pasarelas de madera, mientras ve las columnas y los peces que abundan en el agua. No os perdáis las dos cabezas de medusa que están al final de la cisterna, una está de lado y la otra boca a bajo y no se conoce su origen ni su función. Por cierto si quereis sacaros una foto vestido de sultán turco con el resto de la familia disfrazada de la época ahí podeis hacerlo. Os podréis sentir como un guiri disfrazado de torero, jeje.

Para acabar el día nos dimos un paseíllo por los jardines que llevan al palacio de Topkapi, nuestra visita del día siguiente, es un lugar muy agradable, un gran parque con fuentes, donde los turcos van a pasear con sus familias. Lo mejor de Estambul es que la mayoría de los sitios de interés están cerca porque Topkapi está detrás de Santa Sofía

Para cenar os recomiendo la calle que baja hacia el puerto tras Santa Sofía, es la calle por donde baja el tranvía, está llena de puestos de recuerdos y de lugares donde cenar, nosotros cenamos en uno donde hay una mujer a la puerta amasando un delicioso pan que mete en el horno. Puedes cenar en mesas o sobre las alfombras y cojines del suelo, aunque esto es un poco incómodo, que te acaba doliendo todo.

3º DÍA: TOPKAPI:

Nos levantamos temprano y, como no, la humedad de mil demonios empezó a hacernos sudar de lo lindo. Topkapi estaba a 10 minutos de nuestro hotel, así que un paseito y ahí estábamos. No tiene pérdida porque solo hay que seguir la riada de gente. Se pasa por delante de la iglesia de Santa Irene, dicen que una de las iglesias bizantinas más antiguas pero no se puede visitar porque se usa como sala de conciertos y solo se abre para ellos, una pena. Un consejo, fuera se compra la entrada para el palacio, pero en el 1º patio hay que comprar la entrada para el harén. Hacedlo enseguida y así os ahorrareis colas.

No es un palacio occidental, así que más bien son diferentes pabellones entorno a diferentes patios. El harén está muy bien y en general todo el palacio, podéis apreciar el lujo de las estancias con sus azulejos, filigranas y mármoles.

En uno de los últimos patios están las salas donde están expuestas las joyas de los sultanes, pero ahí no dejan sacar fotos. Ahí esta el diamante de Topkapi, uno de los mayores del mundo.

Cuando llegueis al último patio no dejéis de bajar a la cafetería restaurante que hay en los jardines de abajo, es un poco cara pero merece la pena por las magníficas vistas que tiene del Bósforo porque está justo en la punta del Cuerno de Oro, ah y también tiene unos pasteles impresionantes, por ricos y por grandes.

Nos tiramos unas 3 horas en Topkapi y cuando salimos nos fuimos a comer. Decidimos bajar hacia el puerto, nos llevó unos 10 minutos y llegamos a Eminonu, ahí os recomiendo que vayais a comer los bocadillos de pescado a la plancha, con cebolla y ensalada que ponen en un par de barcos del puerto. Los veréis enseguida, son unos barcos que parecen de época, donde están las planchas para hacer el pescado, tú te acercas al muelle y desde ahí le pagas al del barco y te da el bocata. Después te puedes sentar a tomarlo en las sillas que tienen colocadas en el puerto. El bocata está espectacular de bueno y solo cuesta 4 liras (2 euros), de hecho comimos ahí un par de días más y es todo un espectáculo ver como se mueve el barco y los cocineros cuando llegan los cruceros de pasajeros, y provocan olas en el muelle.

Como ya estábamos en Eminonu decidimos acercarnos al bazar de las especias, que está ahí al lado, y nos encantó, en realidad nos gustó mucho más que el gran bazar, éste no está tan tomado por los turistas y se ve que es donde compra la gente del pueblo, tiene mucho encanto, tanto dentro como en las calles de alrededor que son una continuación del bazar. No os perdáis en ellas las garrafas llenas de sanguijuelas, parece que los turcos las compran para ponérselas y curar algunas enfermedades, tremendas las fotos con que ilustran los puestos con sanguijuelas en brazos, piernas, cara…Pero un consejo, si quereis comprar dulces o productos de comer, no los compreis ahí, está más caros y podréis comprar los mismos en las tiendecillas de cerca de Santa Sofía. Dentro del bazar podeis encontrar un par de sitios para comer muy bien y muy barato. Hay uno que está en un extremo del bazar, tienen unas mesas abajo y luego local subiendo las escaleras, se come estupendamente y es tranquilo, además puedes ver todo el bullicio del bazar de abajo. Por cierto, seguro que algún turco os ofrece falsificaciones de colonias, es un clásico.

Una vez comidos nos acercamos a la mezquita Yeni, al lado del puerto, una gran mezquita llena de azulejos y un gran patio de abluciones. Tras verla fuimos a Rustem Pasa Cami o la mezquita de Rustem Pasa, una gran mezquita sobre el bazar. Intentamos encontrar la entrada y no lo conseguíamos hasta que nos dimos cuenta que la mezquita está sobre los locales del bazar y que hay pequeñas entradas en ellos para subir hasta la mezquita. Cuando subes al primer piso te encuentras con el patio de la mezquita y te sorprendes del silencio porque un piso más abajo está el bazar lleno de compradores y aquí casi no se escucha. La mezquita es preciosa, está llena de azulejos y merece mucho la pena, pero parece un poco eclipsada por Santa Sofía, la Mezquita Azul o Suleimaniye.

Para terminar el día decidimos ir a ver la última gran mezquita de Estambul, la de Suleimaniye, pero nos encontramos que estaba cerrada por obras, así que nos contentamos con verla desde fuera, muy bonita, y ver la pequeña tumba de Sinan, su arquitecto. Esta mezquita está al lado del gran bazar, así que ya lo fichamos para el día siguiente.

4º DIA: SAN SALVADOR DE CHORA

Nuestro primer objetivo del día era ver la iglesia de San Salvador de Chora con sus marvillosos mosaicos, como no queda en el centro nos fuimos a Eminomu, allí a la izquierda del puente Galata hay una explanada donde paran muchos autobuses urbanos, hay varios que llevan allí, podeis coger el 31E, 32 o 910 , no tendréis problemas porque le decis al conductor a donde quereis ir, Kariye Muza (es el nombre turco) y tanto él como los pasajeros os avisarán, ya vereis que los turcos se desviven por ayudaros, a la mínima entablan conversación contigo para saber de donde sois, a qué os dedicais, etc. Lo bueno de ese autobús es que podreis ver el acueducto de Valente durante el recorrido y mezquitas que en otras ciudades serían importantísimas pero aquí apenas llaman la atención.

Cuando bajas del autobús hay que bajar una pequeña calle en pendiente llena de típicas casas otomanas (algo hechas polvo) y luego coger hacia la izquierda, no os preocupéis está indicado. La entrada cuesta 15 liras turcas (unos 7 euros). La iglesia de San Salvador es magnífica, es un pequeño oasis verde en medio de las casas y los mosaicos y frescos que hay dentro son bellísimos. Como en todo, es mejor ir temprano, nosotros estaríamos sobre las 11, y había algo de gente, pero tampoco mucha. Hay que tener en cuenta que muchos de los turistas que van a Estambul no se acercan a San Salvador porque no está en el centro, lo que a nuestro parecer es un error, pero mejor para nosotros que no hay masas de turistas.

Al salir hay una terraza con sombra muy agradable donde uno puede tomar algo frío y refugiarse del calor que ya pegaba duro.

Cogimos el autobus de vuelta a Eminonu y nos dimos un paseillo por el puente Galata, en el lado de Pera hay un pequeño mercado de pescado al aire libre y podéis probar los mejillones con una gotita de limón que venden los vendedores ambulantes. Personalmente, como los mejillones gallegos nada (la tierra le tira a uno).

Por la tarde decidimos emprender nuestro crucero por el Bósforo particular. Un consejo, no cojáis ninguno de los innumerables cruceros que se ofertan en el puerto, los de las compañías casi te asaltan como tengas pinta de guiri. Buscad el barco público de los Servicios Marítimos de Estambul, funciona como un autobús haciendo paradas y recorre todo el Bósforo hasta prácticamente el mar Negro. Es en el muelle 3 (Bogaz Hatti 3), el edificio de la parada de los feries es de color azul. La taquilla es la de Bogaz Iskelesi. El horario de los cruceros es a las 10.35 h, 12.00 h y 13.35 en el muelle 3. el trayecto dura una hora y media y la vuelta en Anodolu es a las 15.00h,16.15h y 17.00h. Sacad un billete de ida y vuelta, es más barato (12 liras, 6 euros) y subid pronto porque hay tortas para sentarse en los asientos que hay en los laterales, son los más frescos y los mejores para las vistas. A la ida es mejor coger el lado izquierdo y el derecho a la vuelta, de ese lado podreis ver el castillo de Rumeli y el Palacio de Dolmabaçe, donde murió Atatturk, además de bonitas casas y embarcaderos en esa orilla y los grandes puentes sobre el Bósforo. Uno se baja obligatoriamente en el último pueblecito del Bósforo, Anadolu Kavagi, allí nos quedamos un par de horas, realmente no tiene nada, solo puestos para los turistas y restaurantes, pero tiene su encanto. A la hora y media nos cogimos el mismo barco de vuelta y las vistas son espectaculares cuando nos acercamos a Estambul, viendo Tokapi, Suleimaniye y Santa Sofía.

Tras volver decidimos irnos al Gran Bazar, que la verdad, nos decepcionó un poco. Sí, es grande y curioso al ser un gran edificio cubierto, pero la verdad tiene mucho más encanto el bazar de las especias o si me apurais las calles alrededor del gran bazar, pero al aire libre. Parecen más auténticas, más del pueblo y no tan enfocadas al turismo. Realmente el gran bazar es el edificio cubierto, pero se extiende todo un barrio al aire libre alrededor del bazar.

Si salís del Gran Bazar por la parte de arriba encontrareis una pequeña plaza, es el Bazar de los Libreros, es muy bonito, con puestos donde se exponen los trabajos de maestros calígrafos en escritura árabe. Estuvimos a punto de comprarnos algo pero al final lo dejamos por el tema del transporte, porque teníamos miedo de que se nos quedara hecho polvo, que aún nos quedaban muchos días de viaje.

Como despedida de Estambul, nos fuimos a cenar al restaurante Sarnic, es muy bonito porque es una antigua cisterna bizantina, con sus columnas y todo , y no todos los días se puede cenar en un sitio así, aunque eso sí es algo caro. Está detrás de Santa Sofía, en una calle muy empinada que sube.

Ese día resulta que era el inicio del Ramadán y al volver al hotel nos encontramos con los jardines de la zona del Hipódromo tomadas por familias que cenaban al aire libre, todo con muy buen ambiente y mucha alegría, aunque ya los días anteriores era un lugar de reunión de familias al atardecer.

Nos volvimos cansados al hotel y nerviosos porque al día siguiente salimos hacia Anatolia en nuestro coche de alquiler.

5º DIA: HACIA ANKARA

Nos levantamos tempranito y cogimos un taxi que nos llevara a la agencia de alquiler de coches. Primer problema, la habíamos cogido por internet a muy buen precio y era una agencia caserilla, que no tenía ni letrero ni nada. Tras dar unas vueltas la localizamos, tenia una pequeña placa en un portal, subimos al piso y por lo que se veía la oficina era también la vivienda de la familia que llevaba el negocio. Nos arreglaron los papeles mientras nos sentábamos en el sofá acompañados del gato de la familia que nos olisqueaba como diciendo quien son estos. Pero bueno, todos muy amables, y tras invitarnos a café recogimos nuestro coche, un Kia, con el que íbamos a recorrer Turquía. La verdad es que la primera impresión nos pareció que la agencia era demasiado de “andar por casa” pero la verdad no tuvimos problema ninguno. El coche nos costó 290 euros por 10 días. Llevábamos nuestro GPS, donde previamente habíamos instalado los mapas de Turquía y enfilamos el puente para pasar a la parte asiática. Os cuento como funcionan los peajes en Turquía: cuando llegas al peaje, unos metros antes hay unas oficinas bancarias, donde te sacas una tarjeta monedero que debes cargar con dinero, para luego pasarla por la máquina del peaje que te descontará el importe de la tarjeta. El mínimo para cargar la tarjeta son 50 liras, pero os llegará de sobra porque los peajes son muy baratos en Turquía, casi ridículos comparados con los españoles. Tras seguir por la autopista hacia Ankara (habitualmente 3 carriles) te das cuenta realmente de la inmensidad de Estambul, porque la parte asiática se extiende kilómetros y kilómetros, con lo que os podéis imaginar que hay bastante tráfico. Como el coche iba seco tuvimos que parar a echar gasolina, con la consiguiente clavada (a 1,60 estaba e litro de diesel) y enfilamos ya hacia la meseta de Anatolia. Hasta llegar a Ankara son unos 600 km bastante monótonos porque el paisaje es el de una meseta amarilla inmensa hasta donde llega la vista con pocas poblaciones. Lo primero que piensas es ¡dios mío, que no se averíe el coche por aquí!, por suerte no hubo problema y tras comer en un área de servicio el kebab de turno, llegamos a eso de las tres de la tarde a Ankara. Entramos por una avenida llena de edificios modernísimos y fuimos a buscar nuestro hotel. Ahí empezamos a conocer como se conduce realmente en Turquía, porque entre que en Estambul no habíamos cogido coche y que salimos por autopista no nos habíamos dado cuenta. Ahí van algunos ejemplos: fulanos dando marcha atrás 50 m, avenidas de 4 carriles sin pintar, convertidas en 5 carriles porque aprovechan los arcenes para conducir, claro, luego eso se estrecha y pasa a 3 carriles y todo el mundo quiere pasar; en las calles se incorpora todo el mundo sin problemas, aunque estés parado ellos meten el morro igual. En fin, que llegue al hotel estresado, aunque no sé porqué nadie parece inmutarse ni darse golpes (aunque tienen que dárselos). Después de dejar las maletas en el hotel decidimos ir a ver el museo de las civilizaciones de Anatolia, porque habíamos visto que era muy interesante y realmente Ankara no tiene mucho que ver, es una ciudad moderna. Primer error, volvimos a coger el coche, no lo hagáis, nos fuimos a la parte antigua y fue más de lo mismo pero con las calles más estrechas. Encima nos equivocamos y acabamos en la ciudadela bizantina que hay en lo alto de la ciudad, que realmente no tiene nada que ver. Bajamos y dimos con el camino al museo, quedaba hora y media para que cerrara pero no es muy grande y nos dio tiempo a verlo. Eso sí, si os gusta la historia, como es nuestro caso, merece la pena verlo, hace un recorrido por la historia de Anatolia, desde la prehistoria, pasando por los hititas, hasta la época griega y romana. Lo más impresionante es la sala central, dedicado a los hititas, que es verdaderamente impresionante, con esculturas y puertas monumentales de sus ciudades.

Cuando salimos nos fuimos a descansar un rato al hotel, desechamos buscar el mausoleo de Attaturk porque ya estábamos hartos del tráfico, y no fuimos a cenar a un tranquilo restaurante cerca del hotel.

6º DÍA: LLEGAMOS A LA CAPADOCIA

Salimos tempranito, hoy nos esperaban unos 400 km hasta llegar a Goreme en la Capadocia. Un poquito de conducción a la turca para salir de Ankara y luego tranquilidad por la meseta. Tengo que deciros que nos habían enviado desde turismo de Turquía un mapa de carreteras del país donde figuraban muchas “autovías”, cosa que me extrañaba. Os cuento como son, es el equivalente a nuestras carreteras nacionales (con el firme un poco peor) pero con dos carriles en cada sentido y separadas por medianas. Lo que sucede es que pasan por el medio de los pueblos y se cruzan con otras carreteras. O sea, que no son autovías, pero te da tranquilidad que haya 2 carriles y mediana por el tema de los adelantamientos. El firme a veces era malo, pero se veía que estaban mejorando muchas carreteras (supongo que como iba a haber en dos semanas el mundial de baloncesto les estarían dando un lavado de cara). Por fin llegamos a la Capadocia, a lo lejos empezamos a ver algunas chimeneas y pasamos por delante de Uchisar con su “castillo”, empezamos a bajar una cuesta y tras ver el camello dispuesto para pasear a los turistas llegamos a Goreme. Goreme es un precioso pueblecito rodeado de chimeneas y con mucho encanto. Está lleno de turistas, de hecho hay infinidad de hoteles, pero sin embargo no te crea la impresión de ser un sitio muy masificado y agobiante tomado por el turismo, quizás porque es bastante tranquilo y la gente no arma mucho follón. Aquí tuvimos otro problema, ¿dónde está nuestro hotel, el Traveller´s cave hotel? Decidimos subir por uno de los lados del pueblo y acabamos encontrando la Pensión del Hotel, tras preguntar nos dijeron que esperaramos un momento y en 5 minutos llegó el dueño en una motocicleta con su hijo, diciéndonos que les siguiéramos, que nos llevaban hasta el hotel, que resultó estar en lo más alto del pueblo. Está aunos 10 minutos subiendo desde el centro del pueblo, pero os lo recomiendo porque es de los lugares más altos y tiene unas vistas estupendas del resto del pueblo, además es como si no estuvieras dentro del pueblo y es tranquilísimo. Nuestra habitación era preciosa, una cueva decorada con mucho gusto y muy acogedora, además teníamos unas tumbonas en el jardincito delante de nuestra puerta para nosotros solos. Os lo recomiendo sin duda.

Después de darnos una ducha y como todavía quedaba día decidimos ir a Uchisar, un pueblo que está a 5 km de Goreme, en las faldas de una formación rocosa a la que llaman “castillo” llena de tuneles y celdas porque parece ser que fue un antiguo monasterio. Pagamos la entrada y nos metimos en él. No tiene nada de especial, lo mejor es ir a la parte de arriba desde donde hay buenas vistas y pudimos ver una bonita puesta de sol. Eso sí, compartida con bastantes turistas. Como ya anochecía nos volvimos a Goreme, nuestro problema fue donde cenar, porque hay muchos sitios y todos con muy buena pinta.Al final nos decidimos por una terracita y nos pedimas unas pide, las pizzas turcas, que estaban buenísimas. Una cosa sobre la comida en Goreme, a pesar de estar lleno de turismo es muy barato comer y la comida está muy buena.

7º DÍA: EL VALLE DE GOREME

Nos levantamos con ganas de descubrir el museo al aire libre del valle de Goreme, un valle lleno de cuevas con pinturas bizantinas e iglesias en la cuevas.. está a 3 km del pueblo por lo que cogimos el coche, aunque hay gente que iba andando (buena opción si es temprano y no hace mucho calor) pero queríamos llegar pronto para evitar grandes aglomeraciones. Tras sacar la entrada nos encontramos con que realmente para entrar en las cuevas había que aprovechar los momentos en que salía una excursión organizada y antes de que entrara la siguiente. Los guías de las excursiones les echan bastante morro y parece que solo tienen derecho a entrar ellos. Pero bueno nos las arreglamos, nos pegamos a alguna excursión, disfrutamos de alguna explicación gratuita en español y aprovechábamos cuando salían para quedar un momento a solas en las cuevas. Es un lugar muy bonito y os lo recomiendo a todos. Sobre todo no dejéis de ir a la cueva …………….., hay que comprar una entrada aparte para ella, pero merece la pena porque es la cueva más decorada de todo el valle y es preciosa.

Cuando salgáis del recinto no tiréis la entrada porque queda otra cueva unos metros antes de la entrada en la cuesta de la carretera y podeis entrar con ella a verla.

Nos fuimos a comer tempranito a Goreme, esta vez a una terraza donde nos pusieron el kebab que se hace en una vasija al horno cerrada y que luego te abren con una espada.

Por la tarde decidimos ir a visitar una de las famosas ciudades subterráneas de la Capadocia. En vez de ir a la más famosa previendo que estaría llena de gente decidimos irnos a la de Urgup que estaba a unos 20 minutos de Goreme. Esquivamos a una buena cantidad de guías que se nos ofrecían, pagamos la entrada y nos introdujimos en la ciudad. Debo deciros que mido 1,89 metros y resultaba un poco claustrofóbico moverse por algunos pasillo que te obligaban a ir prácticamente en cuclillas, pero como solo se podía caminar en un sentido para llegar a la salida pues no me quedó más remedio. Nos acoplamos detrás de una excursión de italianos también bastante altos, me dije que si ellos podían pasar yo también y empezamos a caminar. Resulta increíble como la gente podía vivir debajo de la tierra con sus almacenes, sus animales y sus familias para refugiarse de los enemigos. Desde luego uno siente cierto alivio cuando sale al exterior.

Nos volvimos a Goreme, nos tomamos una pide para cenar y volvimos caminando al hotel. Ese día había comenzado el ramadán, y nos encontrábamos a las familias sentadas a la puerta de sus casas y a mujeres que preparaban la cena. Nosotros los saludábamos y todos nos contestaban amablemente y con una sonrisa en la cara. Así debía ser la vida en los pueblos de España hace 50 años, que pena que se haya perdido.

Nos quedamos un ratito en las tumbonas de delante de nuestra habitación viendo un cielo estrellado precioso y decidimos que, ya que no ibamos a hacer el viaje en globo sobre Goreme porque se escapaba de nuestro presupuesto y además somos de tener los pies en el suelo, al día siguiente nos levantaríamos sobre las 6 para ver los globos.

8º DÍA: GLOBOS Y AVANOS

Al día siguiente, a eso de las 6 me despertó un ruído intermitente como de un zumbido. Me imaginé que sería un globo, pero cuando abrí la puerta y salí afuera me quedé pasmado. Unos 30 globos llenaban el cielo de Goreme, algunos muy altos, otros muy bajos, unos cerca de nosotros, otros lejos, pero formaban un espectáculo grandioso con el paisaje de la Capadocia de fondo. Supongo que desde ellos el espectáculo será aún más maravilloso pero si no os montáis en ellos no os perdáis ver el cielo lleno de ellos. Merece la pena el madrugón. Eso sí, una vez vistos, de vuelta un ratito a la cama.

Ya levantados definitivamente decidimos dedicar nuestro segundo día en la Capadocia a recorrerla un poco, nos fuimos a Zelve, una auténtica ciudad troglodita, habitada hasta mediados del siglo XX y a ver zonas llenas de cuevas, antiguos monasterios en las cuevas y chimeneas y curiosas formaciones del terreno.

Por la tarde nos fuimos al pueblos de Avanos, a unos 20 km de Goreme, famoso por su cerámica. Mientras aparcamos un amable turco nos da indicaciones para aparcar y al bajarnos del coche se pone a hablar con nosotros, resulta que tiene una tienda de cerámica y nos dice que vayamos con él a visitarla. ¡Ya nos han pillado! No nos había dado tiempo a dar ni un paso, pero como queríamos comprar algo nos fuimos con él. Nos llevó a su tienda, pasamos al taller, donde nos ofreció un café y hasta sus hijas pequeñas que andaban por allí nos enseñaron a probar con el torno de alfarero. Al final pasamos un buen rato y le compramos un par de platos para la pared de nuestra cocina. Nos dimos una vueltecita por el pueblo, que no tiene gran cosa, lo mejor es el río, con un puente que lo cruza. Se agradece ver una corriente de agua y algo de verde a su alrededor después del paisaje tan árido de la Capadocia.

Nos volvimos a Goreme, para estirar las piernas nos dimos un paseo de unos 4 km por los alrededores del pueblo, se agradecía la paz que se respiraba, y al volver charlamos con algunos paisanos que regaban sus plantas. La verdad es que los turcos son educados y muy amables, les encanta hablar y siempre suelen tener una sonrisa en la cara. Fue de las cosas que más nos impresionó del país.

9º DÍA: KONYA

Con gran pena de nuestros corazones nos despedimos de la Capadocia y emprendimos rumbo hacia la costa oeste de Turquía. Nuestro destino ese día era Konya, la ciudad de los derviches. Nuestro viaje fue una pequeña odisea porque el GPS nos la jugó de mala manera, nos decía que cogiéramos por una carretera que no existía y ahí empezaron nuestros problemas, tuvimos que improvisar, acabamos bordeando un lago por una carretera bastante estrecha y subiendo un puerto de montaña que me río yo de los que suben en el Tour de Francia. Eso sí el paisaje era muy bonito, pero acabamos llegando a Konya casi 3 horas más tarde de lo que esperábamos. Habíamos leído que Konya es la ciudad más conservadora de Turquía pero no tuvimos ningún problema, aunque las mezquitas estaban abarrotadas de files rezando. Nuestro hotel no era nada del otro mundo pero al menos estaba céntrico. Decidimos echar un vistazo y fuimos a ver el Mausoleo de Mevlana, muy bonito, es un lugar de peregrinación para los turcos por lo que hay que descalzarse para entrar y las mujeres debían cubrirse el pelo, aunque vimos varias españolas que pasaron de todo una vez dentro y nadie les llamó la atención, que parece que las normas no van con nosotros y no cuesta nada cumplirlas, digo yo. Solo pudimos sacar fotos por fuera porque dentro está prohibidoy eso sí que está bastante vigilado. El mausoleo está bien, pero se ve bastante rápido, por lo que nos fuimos a comer algo a un local vacío, aunque en seguida llegaron 8 japonesas parlanchinas. Nos partimos de risa viendo las caras que ponían probando la comida.

La tarde la dedicamos a callejear por la zona del bazar y a ver la mezquita principal que tiene unas bonitas columnas bizantinas en su interior. Merece la pena, es un sitio muy tranquilo.

Nos hubiera gustado ver un espectáculo de derviches, que habíamos leído que son gratuitos pero tuvimos la mala suerte de que era viernes y justo ese día no había ninguno en toda la ciudad, con lo que no pudimos verlos. En resumen, no merece la pena ir expresamente a Konya lo que pasa es que necesitábamos partir la distancia entre la Capadocia y Pamukkale nuestra siguiente parada, y es el lugar más atractivo que hay por el camino.

10º DÍA: PAMUKKALE Y HIERAPOLIS

Hoy ibamos a dormir en Denizli, el pequeño pueblo que está al lado de Pamukkale, una de las mayores atracciones turísticas de Turquía. Fueron 415 km de trayecto desde Konya. Nos hubiera gustado ir también a ver Afrodisias una antigua ciudad griega pero en el hotel nos dijeron que no nos daría tiempo a ver las dos en el mismo día, por lo que como estabamos cansados de coche decidimos prescindir de Afrodisias. Nos hospedamos en el Venus Hotel, un pequeño hotel de Denizli, del que habíamos leído muy buenas opiniones, es como un chalet de 3 pisos, quedamos muy contentos, está estupendo, muy bien de precio y los dueños son muy amables, lo único malo es que no tiene ascensor, pero cuenta con una terraza muy agradable para cenar por la noche en ella. Denizli no tiene realmente un núcleo urbano, sino que son caminitos con casas desperdigadas. Tras llegar y cambiarnos nos fuimos a Pamukkale, gran error, porque debía de haber casi 40 grados y el sol caía a plomo. Estaba claro que esto era un centro de peregrinación turística, multitud de autobuses en el parking, vendedores de guías del lugar (por supuestonos vendieron una). Las terrazas son un espectáculo impresionante aunque tanto gente en bañador y bikini hace que te dé la impresión de que estás en Torremolinos o en Fuengirola. Además debe de estar de moda en Rusia y está lleno de rusos, rojos como camarones.

Mucho más tranquila es la parte de arriba de las terrazas, donde está la antigua ciudad romana de Afrodisias. Como todo el mundo se queda abajo en las terrazas estuvimos prácticamente solos, lo que es un lujo. Lo malo es que el sol nos estaba machacando, pero pudimos ver el foro, restos de la via principal de la ciudad, tumbas diseminadas en una ladera en lo que fue un cementerio y después de darnos una buena subida con el sol taladrándonos la cabeza vimos los restos de la basílica de san …………….

Ya hechos polvo y arrastrándonos llegamos a un puesto de bebidas y nos compramos una botella de litro y medio de agua que despareció en un abrir y cerrar de ojos.

Consejo: si vais en verano, evitad las horas principales del día, porque os achicharrareis porque no hay sombras, además las terrazas estarán masificadas. Cuando salimos no quedaba mucho para cerrar el recinto pero seguían entrando autobuses llenos de turistas. Una locura.

11º DÍA: SELÇUK: MILETO Y DÍDIMA

El plan de hoy era llegar a Selçuk, el pueblo moderno que está al lado de las ruinas de Éfeso, una de las ciudades mejor conservadas de la antigüedad, donde ibamos a quedarnos 2 noches, Nuestro trayecto de hoy era relativamente corto, unas dos horas y media. Nos tomamos un café en una especie de tienda café al lado de la carretera, y mientras estábamos allí descargó una excursión de españoles. Charlamos con ellos y estaban ya un poco hartos del autobús y de que los llevaran de un sitio a otro. Cuando les dijimos que nosotros ibamos por libre nos comentaron que a ellos les había dado un poco de miedo antes de ir, pero ahora veían que no había problema ninguno y que desde luego era mejor viajar por Turquía como ibamos nosotros.

Llegamos al hotel Urkmez, uno de los peores de nuestro viaje, los dueños eran amables pero no había ascensor y el cuarto de baño de la habitación estaba entre rústico y deprimente. No os lo recomiendo.

Pero bueno, como llegamos pronto y como habreis notado nos gustan las piedras y la historia nos fuimos a ver las ruinas de Mileto, Dídima y Priene, antiguas ciudades griegas, que estaban a unos 70 km de Selçuk:

  • Dídima: Imprescindible. Os encontrareis con los restos del gran templo de Dídima. Se conserva bastante bien lo que es la planta del templo y los inicios de sus columnas, además de alguna derribada. Su tamaño es enorme y debió de ser impresionante verlo en pie. Lo mejor de todo es que lo vimos solos prácticamente porque no deben de ir muchos turistas, lo peor es que desprende cierta sensación de abandono. Muy chulos los relieves con las cabezas de la Medusa.

  • Mileto: era la que más nos sonaba por el nombre de Tales de Mileto, pero nos decepcionó un poco, porque no se conserva mucho, el teatro, pero no es de los más espectaculares, y poco más, con alguna columna diseminada, en medio de un barrizal.

  • Priene no pudimos verla, porque llegamos 20 minutos antes de que cerrara el recinto, y había que andar un poco para llegar no nos iba a dar tiempo a verlo. Si lo llegamos a saber no habríamos perdido el tiempo con Mileto, porque parece que Priene merecía más la pena.

Por la noche cenamos en una terracita de Selçuk, el pueblo es muy animado y la gente hace más vida por la noche que por el día, casi como en España. Dejan sus negocios abiertos, se ponen en una silla en la puerta y charlan y toman té con los amigos que pasan por allí. Aprovechamos para comprar en un supermercado cosas que nos iban haciendo falta y un heladito y paseo para terminar el día.

12º DÍA: ÉFESO

Éfeso está a unos 2 km de Selçuk, está perfectamente indicado y no tiene pérdida, está lleno de gente, se nota que es uno de los sitios más turísticos de Turquía. En pocos lugares se puede ver tan bien conservada la estructura de una de las principales ciudades romanas. Os recomiendo ir temprano por dos motivos, el calor y la gente. No hay muchas sombras y la gente, aunque la ciudad es grande se suele apelotonar delante de algunos lugares emblemáticos como la biblioteca de Celso. Después de entrar,e ir por un caminillo lo primero que nos encontramos es el teatro, bastante grande, pero como ya habíamos visto varios (sobre todo el gran teatro de Epidauro en Grecia) tampoco nos llamó tanto la atención. Seguimos por algunas calles, vimos algunos sarcófagos desperdigados y acabamos llegando a la imagen que sale en todas las guías, la fachada de la biblioteca de Celso, es preciosa, curiosamente recuerda un poco a la fachada del teatro de Mérida. Aquí el problema es la aglomeración de gente, y eso que el sitio es grande, pero nos las vimos y deseamos para sacar fotos sin que se nos cruzara alguien por delante.

A partir de aquí comienza lo mejor conservado de la ciudad, una de sus calles principales hacia arriba. Ahí podréis ver restos de templos, las letrinas, y entrar a ver varias viviendas romanas que todavía están siendo excavadas con sus mosaicos y frescos. Es muy interesante aunque hay que comprar una entrada aparte para verlas, pero ya que uno está allí no nos lo íbamos a perder. Seguimos subiendo por la calle mientras bajaba una riada de gente por ella, porque hay otra entrada a Éfeso por la parte de arriba, y ahí descargan muchas excursiones. Imposible sacar fotos sin japoneses, americanos y demás, ¡las hordas bárbaras habían vuelto! Se ve que prefieren esa entrada porque al llegar desde arriba van viendo la biblioteca de Celso según se van acercando. En la parte más alta de la ciudad hay algunos relieves y un pequeño odeón, ya más tranquilito de gente. Os recomiendo llevar agua y una gorra e ir listos para patear la ciudad. Nosotros nos debimos tirar unas 3 horas en ella.

Nos volvimos a comer a Selçuk y por la tarde nos fuimos a ver el museo de Éfeso, que está en el pueblo, es donde están gran cantidad de estatuas y relieves extraídos de la ciudad, incluyendo la famosa estatua de Artemisa del templo de la diosa, una de las 7 maravillas del mundo antiguo. Como era media tarde decidimos acercarnos al lugar donde estaba el templo, aunque ya habíamos leído que no quedaba apenas nada de él. Está a unos 300 metros, por la carretera que lleva a Éfeso (hay un cartel) y efectivamente no queda casi nada, solo una columna en pie, en medio del campo y nada más, se ve que la han levantado para que nos imaginemos su tamaño y dimensiones que debieron de ser espectaculares. Ahora está ahí sola, rodeada de un barrizal y de unos patos que pasaban por allí. Uno allí no puede dejar de reflexionar sobre como desaparecen las cosas levantadas por el hombre,

13º DÍA: BURSA

Salimos tempranito hacia Bursa, emprendíamos el regreso en dirección a Estambul y nos esperaban 5 horas de viaje. Queríamos llegar al mediodía para poder ver la ciudad. Renunciamos a ver Pérgamo (total el altar de Pérgamo está en el museo de Berlín) y Troya (no queda mucho que ver) y tiramos hacia arriba paralelos a la costa, bordeamos Esmirna, cogimos de nuevo autopista de peaje (no hay problema, son baratísimos), porque como es la zona turística de playas es la que tiene las mejores carreteras. Al mediodía llegamos a Bursa la verde, encontramos nuestro hotel, el Alhas (60 euros la noche), a unos 10 minutos del centro y con una buena habitación y nos fuimos al centro. Bursa parece una ciudad más europea que otras de Turquía y se nota en la gente, que parece más “occidental” en su manera de vestir o en el comercio. Nos dimos una vuelta por el bazar, nos compramos unas uvas y unas naranjas riquísimas y nos fuimos a ver la mezquita y tras un paseillo de unos 15 minutos la tumba del sultán Osmán, muy bonita, toda revestida de azulejos verdes. Ya habíamos visto algunas tumbas reales en Turquía y todas tienen un curioso aspecto, puesto que la tumba o ataud en sí está cubierta por una especie de tienda de campaña de la época de tela, y tiene un turbante sobre la entrada. Está en un jardincillo, en un lugar muy tranquilo, sin ruidos de tráfico. Lo único malo es que aquí no pueden entrar las mujeres, está prohibido, así que mi mujer se tuvo que contentar con verlo desde la puerta.

14º DÍA: ESTAMBUL

Nuestro viaje se iba acabando, hoy volvíamos a Estambul, unas 3 horas de coche, ya veíamos el mar según nos íbamos acercando, y casi sin darnos cuenta cruzamos el impresionante puente sobre el Bósforo. Nuestra primera tarea era dejar el coche en la empresa de alquiler, no queríamos meternos con él en el tráfico de la ciudad. Lo localizamos bien porque estaba cerca del puente, nos revisaron el coche que no tuviera golpes (saben lo que hay en su pais) y nos pedimos un taxi que nos llevara al hotel. Esta vez habíamos cogido el Ayizade (70 euros la noche) de 4 estrellas y cerca de Santa Sofía, en la parte alta esta vez. Es un hotel estupendo y el desayuno fue el mejor de Turquía, abundantísimo y en la terraza del hotel, con unas vistas preciosas del Bósforo y de las mezquitas. Al taxi le llevo media hora llegar por el atasco que había, pero es muy barato y nos costó 8 euros. Me acordé de los taxistas españoles y sus tarifas. Por cierto, el taxista un espectáculo conduciendo con una mano en el volante y la otra en el móvil mirando la dirección y como llegar al hotel.

Como teníamos una tarde en Estambul la dedicamos a hacer algunas compras de recuerdos, ver un par de mezquitas antiguas cerca del Bósforo, la de Mehmet Paça y la de los santos Sergio y Baco, muy bonitas, con columnas bizantinas y preciosos azulejos y, no lo pudimos resistir, volvimos a entrar en Santa Sofía, queríamos tener un último recuerdo que guardar de ese maravilloso lugar y de un país que nos ha enganchado y al que sin duda volveremos.

Como resumen deciros que si estáis pensando en viajar por vuestra cuenta a Turquía lo hagáis sin dudarlo, no tendréis el menor problema. Es un país con una curiosa mezcla de cultura occidental y oriental, pero más parecidos a nosotros de lo que a priori podemos pensar. A eso sumadle que la gente es amabilísima y se desvive por ayudarte y por charlar contigo, sin que por eso quieran venderte algo como en otros países. Son gente muy educada, muy risueña y muy orgullosa de su país.. En fin, que nos ha encantado y solo hablaremos maravillas de Turquía a todo el mundo.

 

3 comentarios en “Diario de Turquía”

  1. Interesantísimo tu diario.Pienso copiar tu recorrido ( de hecho ya lo imprimí) porque en septiembre viajamos hacia allá.Muchas gracias y sigan disfrutando de esos periplos …Desde Argentina…Chau.

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    1. Muchas gracias Gloria. Disfruta de Turquia, es un pais fantastico con una gente maravillosa. Si necesitas ayuda sobre algo en concreto preguntanos

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