DIA 4: PASEANDO POR BAGAN

El primero de nuestros dos días en Bagan empezó, tras tomarnos un buen desayuno en el hotel, teniendo que tomar la decisión de cómo nos íbamos a mover: descartamos la bici porque con el calor que hacía era imposible pedalear todo el día bajo el sol y que no te diera un chungo, dudábamos entre la bici eléctrica y el coche de caballos, aunque al final nos decidimos por éste, ¡íbamos a ser unos guiris en toda regla!.

Al final creo que acertamos porque si bien la bici eléctrica es más rápida, hay que ir con el mapita, orientarse, etc y con el coche de caballos íbamos a tiro fijo y pudimos ver algunos sitios que de otra forma se nos habrían escapado.
Se me olvidó comentar que el día anterior el taxista paró en la oficina donde se compran las entradas para ver Bagan, aunque luego nunca nos las pidieron en ningún lado. Al salir del hotel nos encontramos esperando ya a varios chicos con sus carros, negociamos con uno jovencito que nos pareció simpático y acordamos el día entero con la puesta de sol por 25.000 kyats. Nuestro conductor chapurreaba el inglés, con lo cual no había problema porque estábamos al mismo nivel lingüístico. Nuestro hotel estaba rodeado de stupas, así que enseguida empezamos el recorrido. No tenéis que preocuparos por indicarle cuales quereis ver porque ellos ya conocen los recorridos más adecuados y aunque todos nos obsesionamos mirando previamente que templos no nos podemos perder, realmente no hace falta.
Eran las 8:30 de la mañana pero el calor ya apretaba de lo lindo. Comenzamos atravesando la puerta de Tharabar y viendo la Ananda Pahto, uno de los templos más grandes, seguimos con la Dhannayangyi Patho y la Sulamani Pahto. Para entrar en el recinto de cada uno de los templos hay que descalzarse (tampoco se puede pasar con calcetines), así que os recomiendo llevar un calzado fácil de quitarse porque acabas hasta el goooorro de calzarte y descalzarte, como me pasó a mi. A la entrada de cada templo suele haber puestecillos de souvenires, ropa, refrescos, en los que uno siempre acaba echando un vistazo, además de chicas vendiendo pulseras, collares y demás. Creemos que acertamos con el coche de caballos porque muchos caminos estaban muy bacheados, embarrados y con unos charcos que uno no sabía si se hacía pie en ellos y vimos como otra gente en bici o moto tenía problemas para pasar. Además nuestro conductor nos llevó a algunos templos poco visitados que tenían unas grandes vistas de todo Bagan, igual que a pequeñas colinas junto al río desde donde se podían ver muchos templos y a las que nosotros no hubieramos podido llegar.
Entre stupa y stupa, templo y templo pasamos la mañana, charlando con nuestro joven conductor, que hasta se metió por su pequeña aldea para que vieramos como era y enseñarnos su casa desde lejos. Ahí pudimos ver como viven en pequeñas casas hechas de bambú, con una vida muy humilde y en comunidad.
A eso de la una paramos a comer, nos llevó a un sitio de comida birmana, con mesas al aire libre, muy agradable donde nos metimos una buena comilona compuesta de unos 15 pequeños platitos con pollo, cerdo, verduras, legumbres, etc. Todo muy rico y por 6.000 kyats para los dos. El calor era bastante fuerte pero decidimos seguir un poco viendo algunos templos más en vez de volvernos al hotel porque ¿Cuántas veces en la vida está uno en Bagan?
No nos vamos a extender con detalles de las stupas y templos porque hay muchas guías y un tip estupendo en Los viajeros sobre las principales. Yo os recomiendo que no os obsesionéis e id disfrutando de lo que vayáis viendo, porque son impresionantes y algunas todavía conservan frescos y pinturas espectaculares. A esas horas, tras varias horas de sol ardiente ya teníamos un nuevo problema, hay que entrar descalzo en los recintos, y las baldosas y suelos abrasaban, así que ahí estábamos, imitando a Chiquito de la Calzada, buscando las sombras y saltando para no quemarse las plantas de los pies, cosa que no pudimos evitar.
A eso de las 4:30 decidimos descansar y nos fuimos para el hotel, quedamos con nuestro conductor en que nos recogiera a las 18:00 para ir a ver la puesta de sol, así que mientras nos dimos una merecida ducha y nos tomamos un baño relajante en la piscina (con el agua caliente como el caldo).
Ya repuestos, a las 18:00 nos fuimos a la Shwesandaw Paya, uno de los templos más famosos para ver el atardecer, y también de los más concurridos. Cuando llegamos, y con el sol empezando a ponerse, ya había autobuses, coches y carros de caballos en los alrededores. Había bastante gente arriba pero de todas formas no era una aglomeración y las vistas bien lo merecían, a pesar de que a última hora el día se había nublado y no se veía mucho el sol, pero la visión de la llanura de Bagan, verde por las lluvias, salpicada de stupas y templos de color marrón y rojizo forman un paisaje espectacular. La subida a las terrazas superiores se las trae, porque las escaleras son muy, muy empinadas, además de altas, con lo que hay que tener cuidado al bajar. Tras sacar muchas fotos y encontrarnos con gente que habíamos ido viendo todo el día, nos volvimos al hotel al que llegamos prácticamente ya de noche. Como habíamos quedado muy contentos con nuestro conductor quedamos con él para que nos recogiera también al día siguiente, para gran alegría de él, así que nos dijo que nos recogería a las 8:00 para ir a ver el mercado de Nyaung U si nos interesaba. Le dijimos que sí, aunque ahí se iba otra vez nuestra esperanza de no madrugar. Nos despedimos de él hasta el día siguiente, y nos fuimos a pasar el rato jugando al billar en la mesa que habíamos descubierto en el hotel, hasta la hora de la cena, puesto que ya no nos apetecía coger un taxi para ir a cenar fuera. Aprovechamos y como necesitábamos los billetes de bus para Mandalay, los encargamos en la recepción del hotel que nos dijeron que los tendrían sin ningún problema para un bus a las 8 de la mañana (son 6 horas de trayecto)

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